El ministro de Justicia y Presidencia, Félix Bolaños, ha declarado al juez Peinado que él no tenía ninguna relación con el nombramiento de Cristina Álvarez como asesora de Begoña Díaz, ni sabía quién la había nombrado. No tenía idea de nada. Eso sí, explicó al juez que las esposas de los anteriores presidentes de gobierno tuvieron a su disposición varios asesores, pero que Gómez era la única que contaba con solo una.
Olvidó el ministro aportar un dato fundamental para la causa que tiene abierta Begoña Díaz, imputada por presunto delito de malversación de fondos públicos: las anteriores mujeres de los presidentes nunca utilizaron a sus asesores para sus actividades profesionales. En el "caso Begoña", Cristina Álvarez trató con algunos de los empresarios que aportaban fondos a las cátedras y máster de la mujer de Sánchez en la Universidad Complutense y en el Instituto de Empresa. En los anteriores gobiernos, el asesoramiento que recibían las esposas de los presidentes siempre estuvo relacionado con cuestiones de protocolo, adecuar su agenda a la del presidente, cómo abordar posibles cambios en La Moncloa tanto de mobiliario, como viajes o de la vida cotidiana teniendo en cuenta que allí residía una familia que debía amoldar su normalidad a la que imponía la seguridad, o cómo plantear los gastos públicos y privados.
La declaración de Bolaños demuestra lo que se advierte desde hace tiempo: el intento de personas cercanas al presidente para desmarcarse de los problemas judiciales a los que se enfrentan José Luis Ábalos, Koldo García, y las personas que formaban parte de una presunta trama delictiva que giraba en torno al exministro y secretario de organización del PSOE.
En su declaración, Bolaños, como ha ocurrido con la práctica totalidad de quienes han comparecido ante los distintos jueces como imputados o testigos, se ha presentado como un absoluto desconocedor de lo que ocurría. Con la excepción de Jessica, que confesó claramente que ella nunca trabajó en las dos empresas públicas en las que fue "enchufada" y tampoco pagó ella el apartamento de las Torre de Madrid, y la excepción de David Sánchez, también "enchufado" en un trabajo en la Diputación de Badajos y que declaró que ni sabía dónde estaba su despacho, el resto de los comparecientes han comparecido ante los jueces como los monos sabios: ciegos, sordos y mudos.
Nadie ha visto nada, nadie sabía nada, nadie ha escuchado nada. No conocían las cartas de Begoña a varios ministros para que ayudaran al rescate de Globalia, no se enteraron de que buscaba patrocinadores para una cátedra que logró sin cumplir las condicione exigidas; nadie supo que el hermano de Sánchez cambió su residencia fiscal a Portugal por ser más ventajosa, nadie supo que las comisiones eran moneda corriente en el ministerio de Transportes, ni que Ábalos contrataba prostitutas, ni que llevaba un nivel de vida difícil de costear con su salario.
El, sálvese quien puede tener justificación, pero que altos cargos sanchistas se burlen de los ciudadanos pensando que son idiotas, es inaceptable.