Solo le interesa viajar fuera de España, cuanto más lejos mejor. Incluso en Bruselas, en las reuniones del Consejo, ya no recibe los gestos de afecto y admiración que tanto le gustaban. Se le vio encantado en China hace unos días, donde se le trató como se trata en las dictaduras as los gobernantes y a los visitantes; a golpe de corneta. Toca aplausos, toca niños con banderitas dando la bienvenida, toca almuerzos con invitados adictos al régimen. Pero en España …
No ha querido acudir a le entrega del Premio Cervantes a Álvaro Pombo -un hombre de izquierdas- para no pasar el bochorno del año pasado, cuando fue abucheado en cuanto se fueron los Reyes. Y no acudirá al funeral del Papa porque no soporta compartir espacio con los Reyes, quiere el protagonismo total y único. Ocurría antes de Paiporta, pero desde entonces mucho más.
Debe ser triste para un presidente de gobierno no disfrutar de un paseo sin la presencia protectora de sus escoltas, ni acudir a un cine o un teatro con amigos, porque tendría que enfrentarse al insulto y la falta de respeto. Pero es lo que hay, y si son injustificables los malos modos, también el presidente debería hacer el esfuerzo de gobernar para todos y resolver los problemas de todos, que son incontables -vivienda, empleo, carestía de la vida- , en lugar de gobernar solo para atender las exigencias de aquellos que le mantienen en el poder, y a los que concede dinero en abundancia, trato de favor ante la Justicia y competencias que no les corresponden.
Las últimas decisiones que encienden a gran parte de la población española son ejemplo de su escasa aceptación a las reglas de la democracia. No lleva al parlamento leyes que tienen que ser aprobadas por las Cámaras legislativas, tampoco cumple lo que dice la Constitución de que los Presupuestos del Estado tienen que presentarse ante el Congreso y, en caso de no ser aprobados, puede el gobierno prorrogarlos o convocar elecciones, pero es obligado el trámite parlamentario. Le es igual a Sánchez, le es igual todo. Y si le abroncan en la calle, pues no sale a la calle.
En las últimas horas ha dado incluso más motivos para que infinidad de españoles se sientan engañados, instrumentalizados y tratados sin respeto. Además de mantener en el cargo a un Fiscal General imputado, le ha dado bazas para que pueda salvarse de la vergüenza. Una ley - sin pasar por las Cortes- para crear una fiscalía específica para los casos de corrupción contra las Administraciones Públicas. Haciendo de menos a la Fiscalía Anticorrupción, que Alvaro García Ortíz no controla, mientras prepara el envío a esa fiscalía especial a un profesional de su cuerda. Un escándalo en cualquier país democrático: un fiscal que promueve una ley para defenderse a sí mismo.
Se comprende que haya tantos españoles indignados con Pedro Sánchez. Y que le amarguen la vida cada vez que pisa la calle.