Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


Francisco, un Papa complejo, atípico

22/04/2025

Hasta su muerte fue atípica. Internado en un hospital durante más de un mes en el que cada día se consideraba el último de su vida, regresó a su residencia en Santa Marta para mantener reposo absoluto y recibir la asistencia necesaria. Sorprendió participando en las conmemoraciones de Semana Santa, que concluyó apareciendo en el Vaticano el Domingo de Resurrección para dar la bendición urbi et orbe a los fieles que abarrotaban la plaza. Se le vio cansado, apenas pudo levantar la mano, la palabra queda, inaudible. Pero no se adivinaba que eran sus últimas horas. Falleció a las siete y media de la mañana, cuando nadie pensaba en su fallecimiento después de casi dos meses de creer que no pasaría de la noche.

El primer papa americano, el primer papa jesuita. Un Papa que desde el primer día dio ejemplo de austeridad. En el recuerdo está su aparición pública inicial en el balcón de Vaticano: sin una sola joya, sobre su pecho una cruz de madera. Ninguna de las vestimentas deslumbrantes, y el anuncio de que no ocuparía los aposentos papales sino que viviría en la residencia Santa Marta, compartiendo su cotidianeidad con sus compañeros obispos. Quería ser el Papa de los pobres, como había sido el obispo de los pobres en Buenos Aires. Y lo fue. El Papa de las víctimas, de los inmigrantes, refugiados y desfavorecidos. Un Papa humilde para la gente más humilde.

También fue el Papa que se abrió a otras iglesias y se reunió con el patriarca ortodoxo y líderes de las más importantes ramas de la región musulmana, empezando por la chiita y la sunita. El Papa de proyección internacional, que intentó sin éxito que Putin aceptara a Zelenski, pero sí logró que Obama hiciera concesiones a Raúl Castro o que Colombia viviera las negociaciones de su gobierno con las FARC.

Los no católicos, o los católicos alejados de la iglesia, le consideraron el Papa de las grandes reformas. Muy activo contra los sacerdotes pederastas que hasta entonces habían actuado bajo la impunidad vaticana, que aceptaba a los homosexuales y que defendía la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Los católicos practicantes sin embargo no siempre aceptaron algunas de sus propuestas más innovadoras, lo que provocó la paradoja de que Francisco es el Papa más elogiado por los ajenos a la iglesia católica que por sus fieles.

Y dicho esto, a la hora de profundizar en sus hechos, sus iniciativas, sus logros, se llega a la conclusión de que algunos de los avances la apertura social de la iglesia católica a los cambios sociales, no lo eran, o no lo eran tanto. Aquella famosa frase, tantas veces recordada de que él no era quién para juzgar a los homosexuales, no significaba que los aceptase sin reticencias, empezando porque solo consideraba matrimonio el de los heterosexuales. Abogaba por la igualdad de la mujer, pero en la iglesia no podían impartir sacramentos, como sí podían los varones civiles. Por supuesto, ni mencionar el sacerdocio en la mujer, un debate nunca abordado. Se daba por hecho que la iglesia no aceptaría el aborto, ni la eutanasia y efectivamente Francisco no cambió la doctrina en ese sentido. Se recibió con satisfacción el anuncio de que los divorciados podrían comulgar… pero no en las iglesias en las que se conociera su condición de divorciados. La lucha activa contra la pederastia y los abusos en las que habían incurrido sacerdotes y altos cargos de la iglesia se hizo con restricciones, la mano sancionadora del Vaticano no llegó a todos los lugares por falta de voluntad de que llegara.

En el papado de Francisco ha habido luces y sombras. Y sobre todo ha habido anuncios muy bien acogidos por quienes no pertenecían a la Iglesia, y que después no alcanzaron las expectativas que se habían puesto en ellas; como ha habido anuncios que provocaron inquietud y rechazo en fervientes católicos ante un Papa que rompía con normas que formaban parte de su identidad, aunque posteriormente, quizá por ese rechazo de los más fieles, nunca se llevaron a cabo. O se dejaron a medias.

Tendrán que pasar unos años para valorar su mandato. Será la historia la que le hará justicia.