En el PNV han tocado a rebato. Las elecciones generales no le fueron bien, en las vascas se confirmó el estancamiento, aunque salvaron los muebles porque ahí estaba nuevamente el PSE ofrecer un gobierno de coalición que permitirá al PNV mantenerse en Ajuria Enea con el candidato Imanol Pradales de lehendakari. Pero las elecciones europeas han sido un desastre. Sin paliativos, un desastre. Tercera fuerza, por detrás de Bildu -la gran espina que tienen clavada los dirigentes peneuvistas- y por detrás del PSE. Tercera fuerza, una humillación difícil de superar.
En el Congreso de los Diputados el PNV siempre ha jugado con media docena de diputados que salvaban a los diferentes gobiernos de situaciones difíciles. Fuera PSOE o PP quien estuviera en Moncloa, los vascos siempre supieron negociar muy bien con esos escaños que en momentos límite se pagaban en oro. Y está bien dicho lo de oro, porque a cambio de su apoyo a los gobiernos de turno los vascos consiguieron fondos, infraestructuras y competencias que el gobierno central negaba a otros gobiernos regionales.
La cosa ha cambiado. Sánchez, en una situación absolutamente precaria con un PP que le pisa los talones, cuenta con el apoyo incondicional de los independentistas catalanes que, saben muy bien en el PNV, han obligado a Sánchez a tomar decisiones que están rompiendo al PSOE y a la sociedad española; asunto que a Sánchez le tiene sin cuidado porque lo único que le interesa es mantenerse en Moncloa. Y está dispuesto a aceptar todo lo que le pongan delante Junts y ERC para firmarlo sin que le tiemble el pulso, aunque algunas de las exigencias rozan la ilegalidad y el respeto constitucional.
Al PNV sí le preocupa que PSOE esté llegando tan lejos en sus concesiones, y su dirección actual ya no oculta su inquietud por haber apoyado iniciativas que han tenido un profundo coste electoral. Porque sus votantes, lo saben mejor que nadie, son mayoritariamente nacionalistas de centroderecha, en gran parte gente de orden y, como al resto de los españoles, les escandaliza que desde Sabin Etxea se hayan apoyado iniciativas que no respetan el Estado de Derecho. Ahora, hoy, se han levantado voces contrarias a que se respalde lo que ha anunciado el presidente de gobierno: quitar al CGPJ las atribuciones constitucionales para designar a los miembros del Supremo y de las Audiencias provinciales. Aunque solo cuentan con 5 escaños, el PNV puede bloquear esa propuesta.
La inquietud del PNV va más lejos. A partir de ahora no solo se analizará con lupa cada propuesta de Sánchez antes de decidir si apoyarla o no. También se prepara el relevo del presidente del EBB Andoni Ortúzar, y el del portavoz Aitor Esteban. Este último, buen parlamentario, aunque su capacidad de decisión es limitada, porque está obligado a cumplir lo que emana de Sabin Etxea, podría ser sustituido por una figura importante del partido, Itxaso Atutxa. Su mujer.
Todas estas medidas supondrían un cambio profundo en el PNV. De personas … y de estrategias.