Javier del Castillo

Javier del Castillo


El Gobernador

08/10/2024

En mis inicios profesionales, a principios de los 80, me tocó informar de unas inauguraciones del Gobernador de Guadalajara – entonces todavía no habían nacido los subdelegados - para el periódico «La Prensa Alcarreña» donde trabajaba. Una de ellas – no la olvidaré nunca – fue la obra de pavimentación de un frontón de pelota en el pueblo de Sacecorbo. Las obras se habían realizado, si no recuerdo mal, dentro de los planes de mejora de núcleos rurales en distintos pueblos de la comarca de Cifuentes. 
Todo el vecindario se había echado a la calle para celebrar tan magno acontecimiento.  Con tan mala fortuna que el Gobernador metió el pie casi hasta la rodilla en la capa de cemento que, por las urgencias de última hora, todavía no había cuajado. 
Aquella metedura de pata, aquel pequeño incidente, que provocó la risa contenida de los asistentes a la inauguración, me sirvió para darle un toque de humor a la crónica que publiqué al día siguiente en el periódico, ya desaparecido, que dirigía Javier Pérez de Almenara. Sin embargo, la alusión a este pequeño accidente, que espero no tuviera consecuencias para el encargado de la obra, no le hizo la menor gracia al Gobernador. Tanto es así que me retiró el saludo durante una larga temporada, a la vez que recibía, por petición gubernamental, una amonestación y reprimenda de mi director.
Recuerdo esta anécdota porque hoy resultaría casi imposible que pudieran publicarse incidentes como aquel en la prensa provincial. Por varias razones. En primer lugar, porque a este tipo de desplazamientos menores no suelen ir periodistas, y, en segundo lugar, porque los gabinetes de prensa de cada una de las instituciones que presiden nuestros dirigentes políticos ya se encargan de distribuir una nota de prensa en la que se abunda sobre la brillantez y la importancia de cada acontecimiento inaugural. Y en las fotos que ilustran estos actos difícilmente tendría cabida una metedura de pata como la que protagonizó aquel Gobernador. 
La información, en la mayoría de los casos, va acompañada de propaganda. Para qué vamos a engañarnos. Me parece elogiable el trabajo de esos compañeros que informan sobre las obras y actuaciones que se realizan desde una Consejería, una Diputación o un Ayuntamiento. Los ciudadanos tienen derecho a conocer en qué se invierte el dinero que le detraen en su declaración de la Renta, pero sin sobreactuaciones innecesarias.
Las redes sociales ayudan a difundir todo tipo de eventos relacionados con los diferentes organismos e instituciones. Hay notas de prensa por todos los lados. Pero, sería bueno establece prioridades. No todo es noticia. La sobrexposición de nuestros dirigentes políticos regionales, provinciales y locales en inauguraciones de pequeños tramos de carretera o en fiestas populares y excursiones de fin de semana puede provocar efectos contraproducentes, efectos indeseados, especialmente cuando se abusa de los adjetivos superlativos en los comunicados. 
Eso sí, los ciudadanos españoles nunca habían estado mejor informados sobre lo mucho que trabaja su alcalde o alcaldesa, el delegado o delegada de Obras de una Diputación o el responsable de Circulación de cualquier Ayuntamiento. 
Los gabinetes de prensa facilitan el trabajo de los periodistas. Faltaría más. El problema es cuando no separan lo que es información – pura y dura – de lo que es propaganda. De ahí la importancia que tienen los medios a la hora de fiscalizar la gestión de quienes nos gobiernan y de establecer contrapesos al poder. La necesidad imperiosa de que se critique todo aquello que pueda ser criticable.
Porque, al fin y al cabo, todos metemos alguna vez la pata.