Jesús Fuentes

ÁNGULOS INVERTIDOS

Jesús Fuentes


El desmoronamiento del sueño americano

22/04/2025

En 1922 Francis Scott Fitzgerald decía a su agente «quiero escribir algo nuevo, algo extraordinario y bello y simple e intrincadamente diseñado». Tres años después, el 10 de abril de 1925,  de hace cien años,  publicaba la novela 'El Gran Gatsby'. La tercera obra del autor con 29 años. No fue un éxito ni de ventas ni de críticas. Nadie entendió de qué iba la narración, se quejó el autor. Solo él creía que había escrito  la mejor novela de los Estados Unidos. Hoy también nosotros sabemos que es una de las grandes novelas del siglo XX. Murakami la incluye en la lista de los cinco mejores libros que hay que leer obligatoriamente. Cuatro años después llegaría la 'Gran Depresión'  tras la «juerga más  grande y chabacana de la historia». A continuación, la Segunda Guerra Mundial. Al morir, en 1940, la obra había sido olvidada. Nadie miraba una luz verde de esperanza al otro lado de la bahía de Long Island. 
El éxito llegaría de forma imprevista cuando la novela se incluyó en el programa de lecturas de las tropas norteamericanas, desplazadas en los frentes de Europa y el Pacifico. Aquellos soldados inmersos en la interminable carnicería de los campos de guerra descubrieron los valores de una narración que hablaba de ellos, de los excesos de una sociedad que se derrumbaba, del dinero atravesando y corrompiendo esa misma sociedad, pero también de la   romántica y apasionada intención de Jay Gatsby para recuperar el  amor de una época pasada. Un rico anónimo, un héroe o antihéroe, un príncipe misterioso, un mafioso sin escrúpulos, un asesino.  Siguiendo el texto: «Alguien me dijo que una vez  mató a un hombre». «Es más probable que fuera un espía de los alemanes durante la guerra». «Estoy segura de que mató a un hombre». «Prueba de las románticas especulaciones que inspiraba que murmuraran a su costa aquellos que habían encontrado en este mundo poco sobre lo que poder murmurar».
En el año 1925 surge en los Estados Unidos una generación de escritores  fabulosos. Un 'Dream team' literario. Junto a la obra de Scott Fitzgerald, se publica 'Manhattan Transfer', de John Dos Passos;  'The Making of América', de Gertrude Stein; 'Una tragedia Americana', de Theodore Dreiser. Al año siguiente se publicaría 'Fiesta', de Ernest Hemingway o 'La Paga del Soldado', de Willian Faulknr. Coincide a su vez con el movimiento negro, conocido como el renacimiento de Harlem. La aportación de una parte de la población que reivindicaba la cultura de los negros  en la trayectoria colectiva de una nación que se obstina en segregarlos. 
 Lo que queda de aquel grupo prodigioso  es  arqueología literaria.  La obra de Scott Fitzgerald, sin embargo, se erige con fuerza  como ese entramado «extraordinario y bello y simple e intricadamente diseñado», que describe los inicios del desmoronamiento del sueño americano.  Un sueño que, cien años después, contemplamos con el más ridículo de los presidentes, encogiendo y aislando al antiguo imperio. Ya no existen  amigos ni  aliados, el imperio menguante necesita súbditos que financien los déficits estructurales de su economía, sus industrias en decadencia. El imperio en su deriva, además, crea un ambiente irrespirable en un mundo al que quiere arrastrar en el vértigo de su decadencia.  
El 'Gran Gatsby' es un libro que se debe leer en estos días de confusión  y de exaltación programada de los libros. Bien por lo individual  o  a través de  círculos de lectura. Forma parte indisoluble de los  inmortales. Cada lector puede extraer cuantas interpretaciones sea capaz de intuir. Sin olvidar que en su tiempo fue algo nuevo, y hoy es  «algo extraordinario y bello y simple e intrincadamente diseñado».