Javier del Castillo

Javier del Castillo


Pasamos del plural al singular

03/09/2024

Después de recorrer bastantes kilómetros en bici por el norte de Guadalajara y el sur de Soria, disfrutando del paisaje y de la sabiduría popular, no cabe duda de que el peor puerto de montaña estaba por llegar. El mes de agosto, aunque cada vez menos, es un paréntesis casi obligado para salir de esta especie de pesadilla política en la que vivimos. Aunque en la duermevela estival nunca había vivido momentos tan insólitos, divertidos, surrealistas y desconcertantes.
El regreso de Puigdemont a la ciudad condal fue un auténtico sainete. Tenía prisa el hombre. La pequeña comitiva y sus escoltas - voluntarios de los Mossos - ni siquiera se detuvo a saludar a la afición. Y el mitin en el escenario montado al efecto en el Arco de Triunfo fue visto y no visto. 
«Puchi, vámonos que aquí ya no pintamos nada». El retorno del prófugo a Barcelona me pareció patético. Como lo es el propio personaje. Parecía una mala parodia improvisada de «Bienvenido Mister Marshall». Una broma si la comparamos con el retorno del molt honorable Josep Tarradella a la plaza de Sant Jaume en octubre de 1977 y su saludo que ya forma parte de la historia de España: «Ciudadans de Catalunya, ja sóc aquí».
Él prófugo de Waterloo sabía que no podía salirse del guion. Que no se ejecutaría la orden de busca y captura inernacional, a cambio de los vítores y aplausos de unos cientos de correligionarios independentistas. Los Mossos d' Escuadra no tendrían problema alguno para pasarse esa orden por el otro arco del triunfo. Así que el 'president', destronado y desmelenado, 'volviose' a su refugio de Waterloo, donde permanece a la espera de una aplicación efectiva de la amnistía para casos de malversación. 
La comedia 'puchiliana' dejó en ridículo a las Fuerzas de Seguridad y al propio estado de Derecho. Pero ya estamos curados de espanto. El drama de verdad llegó unas semanas después, cuando Pedro Sánchez – al que volverán a aclamar los suyos en el congreso extraordinario socialista de octubre – aceptó conceder a Cataluña una 'fiscalidad singular', para no tener que llamarlo por su nombre: cupo fiscal. En definitiva, que habrá más dinero para Cataluña y menos para Castilla-La Mancha, Madrid, Andalucía, Extremadura y Castilla y León. 
Pedro Sánchez rompe, sin ningún tipo de escrúpulos, ese principio de igualdad del que tanto presumía el Partido Socialista. Por mucho que afinen en el relato los integrantes del equipo de opinión sincronizada, por mucho que busquen eufemismos para disfrazar esta traición, la realidad es la que es. Esperemos que no se les ocurra imponer el término 'igualdad singular entre españoles'.
A Sánchez sólo le preocupa prorrogar, a costa de lo que sea, su continuidad en Moncloa. El pacto de financiación supone, en realidad, que el Estado no recaudará impuestos en Cataluña. Y el gobierno de Sánchez y de Illa quedarán a merced de nuevas exigencias de Esquerra Republicana y Junts per Catalunya. ¿Será el referéndum de independencia o la aplicación, sí o sí, de la amnistía a todo tipo de delitos? Es impredecible.  
Emiliano García-Page tiene ahora una buena oportunidad para defender a Castilla-La Mancha, votando en contra de las tropelías de Sánchez. 
Que lo haga, ya es otra cosa.