El Congreso de los Diputados aprobó ayer la Proposición no de Ley del PP para instar al Gobierno a que reconozca a Edmundo González Urrutia como presidente electo de Venezuela, con un resultado de 177 votos a favor por parte del PP, Vox, PNV, UPN y CC, frente a 164 votos en contra del PSOE, Sumar, Podemos, BNG y Bildu, con la abstención del ínclito José Luis Ábalos y la ausencia de los diputados de Junts.
Tras las negociaciones habidas entre los Gobiernos colegas de España y Venezuela, Sánchez piensa que ya ha blanqueado suficientemente la afinidad, la conexión, la vinculación, la cercanía, la complicidad y el mamoneo que su Gobierno viene manteniendo con el régimen dictatorial de Venezuela, simplemente porque se le haya permitido a Edmundo González viajar a España en busca de su asilo político, después de que se hubiera emitido contra él una orden de arresto por supuestos delitos.
En realidad, de este modo Sánchez le ha quitado a Maduro el marrón que le supone tener a Edmundo González en Venezuela, le facilita la expulsión del país y el exilio y de paso se pone una medallita y lo intenta vender como acto humanitario. Pero Sánchez no nos engaña; a estas alturas cualquier postura de credibilidad del sanchismo pasaría necesariamente por reconocer a Edmundo González Urrutia como ganador y nuevo presidente de Venezuela, condenando sin contemplaciones la represión y la violación de los derechos humanos por parte del régimen de Nicolás Maduro.
La ambigüedad en la postura del PSOE es repugnante. Solamente la perversión política y el sectarismo ideológico de afinidad socialista pueden explicar que un supuesto Estado de derecho insertado en la mismísima Unión Europea no condene sin paliativos la violación permanente de los derechos humanos en aquel país. La vergonzosa posición del PSOE votando en contra del reconocimiento y el hediondo silencio que mantiene el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero implican, de hecho, un explícito apoyo a Maduro. Todas las dictaduras han de ser repudiadas, no existen dictaduras buenas y dictaduras malas, no existen eximentes, atenuantes o justificaciones que valgan, tal y como todavía perdura en el imaginario ideológico adoctrinado de determinados sectores de la izquierda anquilosada.
Amnistía Internacional viene denunciando reiteradamente la falta de acceso a derechos económicos y sociales en Venezuela, el colapso del sistema público de salud, la habitual respuesta con fuerza ilegítima y todo tipo de medidas violentas contra las protestas que reivindican derechos económicos y sociales en el marco de la continua represión contra la disidencia; las detenciones arbitrarias, las desapariciones, las ejecuciones extrajudiciales por parte de las fuerzas de seguridad, los crímenes de lesa humanidad, el éxodo masivo de los venezolanos, la violencia sexual contra las mujeres y las niñas y la discriminación de las personas LGBTI.
Por favor, no 'medies' más, Zapatero.