El arrebato de Vox previo al verano de romper su alianza en todos los gobiernos autonómicos en los que co-gobernaba supuso, y supone, un dilema, y en algunos caso un verdadero schok, en sus organizaciones y gentes por todo el territorio español. Tomada la decisión sin más y por las bravas por la cúpula del partido, ahora circunscrita casi a Abascal y quien ahora es su mentor principal, Buxadé, quienes viven y hacen política en comunidades y ayuntamientos han quedado en una extraña y delicada situación que les deja, salvo a quienes pertenecen y siguen sin rechistar las directrices del sanedrín de mando, en una delicada posición muy difícil de explicar y aún mas de comprender por sus votantes.
A los consejeros y cargos autonómicos se les dio la orden de abandonar sus puestos, que no todos cumplieron, pues varios eligieron seguir y pudieron hacerlos aunque en otros lugares aunque quisieron hacerlo fue el PP quien los cesó. La mayoría, incluso muchos de quienes acataron la orden se marcharon perplejos y tristes sin comprender, porque resulta incomprensible el abandono de algo que tanto habían perseguido y que, con los sarpullidos lógicos, funcionaba razonablemente bien y estaba comenzando a ofrecer resultados y percibirse en los diferentes lugares.
La situación en que han quedado, presidida por la indefinición, está condicionada por un elemento trascendental: El recambio a esos gobiernos solo puede pasar porque ellos unan sus fuerzas al sanchismo y a la extrema izquierda. Esta claro que hacerlo sería el suicidio más estúpido, y los ha habido delirantes, que se pueda imaginar.
Los ayuntamientos, además, fueron dejados al margen y aunque no falta alguna erupción el funcionamiento de los pactos, en unos sitios más y en otros menos, es satisfactorio y sin gana ninguna de romper. Pero como no podía ser de otra manera lo sucedido no ayuda sino que perturba.
Así que se mueven en una cuerda floja en la que no tienen mas remedio que seguir. El ataque verbal a Feijóo y al PP por parte de Abascal y el núcleo duro nacional es pertinaz y cada vez más encrespado, aunque a la hora de poner pie en tierra, territorios, ciudades, villas y pueblos, la cosa se modula y se modera.
En Castilla-La Mancha, donde la alianza no sumó por el trastazo de Paco Núñez en las elecciones autonómicas (Vox sí cumplió con las expectativas, pero el cabeza de lista del PP no fue rival para Page... ni, si Emiliano continua, lo será), los pactos se circunscriben a ayuntamientos y diputaciones y gozan de razonable salud. Pero las nubes llegan este caso desde Madrid. Descargan y pasan, pero algo mojan y obligan a abrir los paraguas. Las relaciones personales importan. No importa menos el que cada cual que ahora tiene responsabilidad y mando en plaza en determinada área, y esté empeñado en su labor, quiera perseverar en ella y hacer valer su trabajo, sin olvidar tampoco el apego al cargo, que también.
En suma, que aunque sin zozobra, no falta alguna intranquilidad. Se detecta sobre todo en las filas de Vox. Hay una razón de peso. El espantón a quien más les perjudica es a ellos. Porque es muy difícil explicar lo que, mas allá de las estrategias de grandes conquistas futuras de los mariscales, para las tropas solo supone bajas y abandonos. Vamos , que no tiene explicación ni cuela, excepto en los acérrimos, que siempre los hay, la que se da.