Telefónica continúa homenajeando a los más veteranos en su Centenario. En esta ocasión, a Guillermo Córdoba, quien se animó a visitarnos en nuestra sede, Distrito Telefónica, con una energía admirable y contagiosa. Beatriz Herranz, directora territorial Centro, junto con los familiares de Guillermo, hizo entrega de un diploma conmemorativo y de una carta firmada por José María Álvarez-Pallete en las instalaciones de 42 Madrid. Más tarde, se unió Enrique Blanco, CTIO de Telefónica y amigo de la familia.
UNA FAMILIA DE TELEFÓNICOS
Cuando llamaron Miguel, el único hijo de Guillermo Córdoba, no dudó en confirmar que su padre asistiría encantado a la visita y que él mismo le acompañaría con mucha ilusión, porque también formó parte de la casa hasta hace unos años. "Telefónica nos ha dado los mejores años de nuestras vidas", dijo.
Responsables de Telefónica junto a Guillermo Córdoba y sus familiares en el homenaje que recibió de la compañía. - Foto: Prensa TelefónicaAsí que, con sus 100 años, cumplidos en febrero, Guillermo se vistió con su impecable traje y puso rumbo a la que fuera su casa durante tres décadas. Una corte de lujo le acompañaba: su inseparable esposa Julia, de 98 años; su hijo Miguel; su nieto, Sergio y Juan Carlos Leguinazabal, uno de esos compañeros que "la" Telefónica y la vida ha convertido en amigos para siempre.
VISITA A 42 MADRID
Con actitud jovial, ("¡juventud, divino tesoro!", nos dice al vernos) la familia paseó por las instalaciones de Distrito y se encaminó a 42 Madrid, donde recibió la calurosa bienvenida de Pablo Mateos, director del Centro. Nos sentamos alrededor de Guillermo expectantes por escuchar su historia, pero, antes, Beatriz Herranz le leyó la emotiva carta de José María Álvarez-Pallete, en la que se destaca "el agradecimiento por el enorme legado que personas como Guillermo han dejado a Telefónica".
Guillermo quiere tanto a Telefónica como a Guadalajara, la tierra que le vio nacer y que tuvo que dejar atrás al comenzar su carrera como celador en Madrid. En los nueve años que pasó en Madrid, Guillermo cambió de posición para dedicarse al mantenimiento de redes de planta externa, hasta el año 59, en el que, tras obtener un ascenso, entró a formar parte del equipo de despliegues de la red de cable en el norte de la península. Luego se trasladó a Bilbao, donde nació su hijo Miguel, quien siendo niño y por el trabajo de su padre tuvo de trasladarse a Barcelona, Burgos y Madrid. La familia siempre ha sido un apoyo incondicional para Guillermo. Su mujer y el pequeño Miguel siempre le seguían en sus traslados. "No fue fácil; pero éramos y somos un equipo", dice orgullosa Julia.
KILÓMETROS DE TRABAJO
Desde 1966 hasta su jubilación, Córdoba trabajó de nuevo en Madrid reparando incidencias de particulares "por los barrios de Esquerdo y Hermosilla" hasta que en 1976 ascendió a capataz principal en conservación de Planta Externa en el Centro de Don Ramón de la Cruz. Es asombroso, pero aún recuerda muchas de las matrículas de las personas que dependían de él. "La primera que tuve yo se mojó un día de lluvia, pero pude recuperarla y, aunque borrosa, aquí está", nos muestra. Tras muchos años de trabajo y miles de kilómetros a sus espaldas, Guillermo Córdoba pisó el freno y se jubiló a los 61 años. "Yo no me quería ir, pero mi mujer y mi hijo me necesitaban". Así empezó una nueva vida centrada en su hijo, sus nietos "y ya soy bisabuelo", cuenta con una enorme sonrisa.
ENCUENTRO CON ENRIQUE BLANCO
Enrique Blanco, Chief Technology and Information Officer de Telefónica, compartió años de trabajo con Miguel, y quiso aprovechar la visita para conocer a su padre, Guillermo. La personalidad carismática de nuestro centenario no le dejó indiferente y escuchó sus anécdotas entusiasmado. "Las historias de Guillermo dan para escribir un libro", aseguró.
Desde Telefónica, queremos agradecer a la familia Córdoba una visita que recordaremos para siempre. ¡Felices 100 años telefónicos!