Agosto, el mes que se identifica con la palabra vacaciones, la huida hacia la playa o el pueblo familiar, o al país lejano para el que se ha estado ahorrando durante todo un año; el viaje con niños desatados, después de un curso sentados en un pupitre y limitadas las horas de juego. Turismo, palabra que para la mayoría de los españoles significa descanso, ocio…y negocio. España es país turístico por excelencia, al turismo debemos en gran parte nuestra calidad de vida, un porcentaje importante de nuestras cifras de empleo.
Desde hace unos años el turismo se ha masificado de tal manera que para infinidad de españoles que viven en la costa, o en ciudades con importante patrimonio artístico y cultural, se ha convertido en una pesadilla. Sobre todo con la aparición descontrolada de los "pisos turísticos", descontrolados porque un alto porcentaje de ellos no cumplen las normas y permisos exigidos, se han acondicionado sin conocimiento de las comunidades de vecinos que de pronto se ven invadidos por personas que perturban la tranquilidad, no cumplen las pautas obligadas de la convivencia, ni de la higiene, ni de la educación, y actúan dando rendo suelta a lo peor de sí mismos, como potros desbocados.
Las semanas últimas se han producido manifestaciones muy numerosas en Mallorca, Sevilla y Canarias, entre otros lugares. Y más que se seguirán produciendo si las autoridades no toman las medidas necesarias. Se puede morir de éxito, y esto está ocurriendo ya en este país que tenía en el turismo el elemento clave de su economía, y que cuenta hoy con motivos suficiente para aborrecer el turismo llamado de masas y que no es tal, porque hay masas turísticas que saben mantener las reglas básicas de la educación. Contra quienes hay que actuar es contra los turistas de borrachera hasta quedar tirados en la calle o en unas escaleras de vecindad manchados de vómito, turistas que se lanzan desde el balcón a la piscina del hotel o del apartamento, gritan, orinan, provocan disturbios y peleas, organiza carreras ilegales de coches o motos por el centro de las ciudades o se marchan sin pagar de los restaurantes haciendo alarde de su "hazaña"
Se inicia ya el mes de agosto y la mayoría de las autoridades no han tomado las medidas necesarias para cortar con esta situación que desquicia a quienes se ven en situaciones inadmisibles por la falta de iniciativas, de convertir las promesas en hechos.
En infinidad de medios de comunicación extranjeros se alerta sobre lo que pasa en destinos de playa españoles en los que la libertad mal entendida se convierte en pesadilla de los vecinos, y esa publicidad es utilizada por países turísticos rivales para acentuar aún más la campaña contra la España incapaz de poner coto a situaciones dantescas.
Lo dicho, se puede morir de éxito. Como no espabilen las autoridades nacionales, regionales y municipales, acabaremos con la gallina de los huevos de oro.