La Semana Santa se ha transformado en un evento turístico y cultural innegable. La estética, el ritmo de su música y la iconografía que la rodea remueve hasta al más escéptico. Hace tiempo la época de Cuaresma provocaba ligeros cambios que permitían hasta una ligera reflexión sobre los excesos personales. Eso ya es pasado.
Cualquier extranjero se verá sobrecogido por la parafernalia y devoción que rodea al hecho, lo cual dotará de credibilidad a la leyenda negra que nos persigue. Cada vez hay más españoles que entienden la repulsión foránea a esas demostraciones de Fe o se quedan en la superficie de un hábito y no en la esencia del acto.
En este mundo donde la gente invierte ingentes energías en reflexionar sobre universos paralelos y crean series sobre futuros imaginarios, resulta curioso que solo una minoría sea suficientemente transgresora para especular sobre el hecho hipotético. ¿Y si Jesús resucitó al tercer día? ¿y si fue el Hijo de Dios? ¿y si los Evangelios narran hechos ciertos?
Soy consciente que exige mucha imaginación, renunciar a una educación laica y secular que nos mantiene firmes en la tierra, pero si fuera cierto…No hablo del miedo natural a la muerte y la existencia finita que acompaña a cualquier individuo que haya salido del útero materno. Me centro en la hipótesis absurda sobre que Dios hubiese mandado a su Hijo a salvarnos, porque si existiese la posibilidad de que fuese cierta, el corte sería mayúsculo.
No me imagino la vergüenza personal si una vez muerto descubriese que sí vino. Esta mera posibilidad me aterra más que el hipotético escenario de ausencia de vida eterna, porque podría ser una estampa embarazosa. El fiel de otra religión siempre podrá alegar que su entorno le confundió, lo cual justifica una comprensión magnánima. Pero esa alternativa para un católico sería un argumento pobre.
Entonces es cuando uno recuerda que la religión es el opio del pueblo y que nadie cultivado puede caer en dicha superchería. Por desgracia, recuerdo los capítulos de Expediente X, las múltiples películas de Star Trek visionadas, la increíble serie de Fringe y el universo Marvel….¿y si fuera cierto? No puedo negar que me quedé en Luke Skywalker, aunque Daisy Ridley lo borda y eso seguro que tiene algún efecto colateral. Resulta extraño que dos mil años después sigamos divagando sobre un judío iluminado que murió de manera impúdica. ¿Y si fuera cierto?