Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


En el pódium de los disparates

13/09/2024

Vayamos al origen: el parador de Molina de Aragón se gestó tras el incendio de la Riba de Saelices que acabó con 11 muertos y con un Gobierno regional desnortado por la nefasta gestión del fuego. De poco sirve ya hurgar en la herida casi 20 años después, salvo para honrar la memoria de los miembros de aquel retén de Cogolludo y recordar que jamás debieron terminar abrasados por las llamas mientras realizaban su trabajo. En el pecado de no estar, no saber o no actuar con diligencia arrastran muchos una larga penitencia. En Moncloa moraba Rodríguez Zapatero y al frente de la Junta de Comunidades estaba José María Barreda, un hombre sabio y noble al que superaron no sólo los acontecimientos sino la inutilidad de la mayoría de los que le rodeaban. El antes, el durante y el después forma parte de una filfa que dos décadas después sigue dejando momentos de lo más chuscos. 
La historia del parador de Molina está en el pódium de todos los disparates que han ido apareciendo tras una extensa lista de compromisos para callar la boca a los vecinos de la comarca y comprar voluntades. La perspectiva que proporciona el paso de los años da buena cuenta de los engaños. El cotejo de lo que prometieron con lo que luego ha terminado siendo es la gran prueba del algodón; proyectos como la planta de biomasa de Corduente, que tuvo una vida fugaz y que cerró ante la falta de viabilidad después de una inversión millonaria en la que se quedaron muchos billetes por el camino. 
Casi veinte años después de que lo anunciara Zapatero, el parador estaba a punto de inaugurarse y el temporal que azotó el Señorío en los últimos días de agosto evidenció los fallos en la construcción del edificio. Un lujoso establecimiento hotelero con filtraciones de agua por varios puntos antes incluso de abrir sus puertas. Con el permiso y el recuerdo de Francisco Ibáñez: Pepe Gotera -viene al pelo- y Otilio, chapuzas a domicilio. Lo de ver a operarios achicando agua o el vídeo viral de los garajes inundados son el último capítulo de un sinfín de disparates. A la lista hay que añadir todas y cada una de las veces que ministros o ministrillos concretaron fechas de apertura. Es interminable, con los correspondientes incumplimientos. Les salva que la memoria del personal tiende a olvidar para no entrar en un bucle interminable. Entre medias, han venido las modificaciones del proyecto: cuando empezaron las obras en 2015 se habían planificado 80 habitaciones que quedaron reducidas a 22 porque los que gestionaban Paradores entendieron que la viabilidad no estaba garantizada. El actual presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha, el socialista Pablo Bellido, dijo entonces que el parador había mutado en el hostal de la Lola, intentando hacer chanza con el nombre de Dolores de Cospedal. Las bromas a Bellido y a todos los que han osado a pronosticar la apertura se les han vuelto en su contra, porque aquí no se salva casi nadie.
Tengan claro que cuando abra el parador pocos se acordarán de la dislocada gestación y ejecución de este proyecto. Es un elemento que está predestinado a dinamizar la cabecera de una comarca que agoniza, aunque ya no habrá oportunidad de comprobar si hubieran funcionado las 80 habitaciones o qué habría ocurrido si hubiera abierto sus puertas en las primeras fechas a las que se comprometieron. Molina y su Señorío no merecían estos despropósitos. Lo que no hay duda es que cuando se inaugure -goteras mediante- y cuando eche a andar se agotarán las medallas y los huecos en la pechera.