Que en el Aberri Eguna, el Día de la Patria Vasca no se hablara de independentismo y soberanía del País Vasco es impensable. Pero hay formas distintas de hacerlo y sobre todo hay momentos históricos y políticos distintos. Tanto el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, como el líder de EH Bildu, Arnaldo Otegi, mencionaron su deseo de ser en el futuro un estado independiente integrado en Europa, "no un barrio de las afueras dependiente de España", dijo Ortuzar; "Tenemos vocación de Estado independiente y de República Vasca", subrayó Otegi. Pero con las elecciones autonómicas vascas previstas para el 21 de abril y el comienzo de la campaña electoral el próximo viernes se trataba más de hablar de propuestas concretas que de programas de máximos.
Ha habido años en que las demandas soberanistas, el enfrentamiento con el Estado ha sido más contundente, más agresivo, más reivindicativo, con intervenciones dedicadas a las cuestiones esencialistas, identitarias. Que en esta ocasión no hayan sido las protagonistas no quiere decir que no sigan siendo el sustrato sobre el que crecen ambos partidos, que difieren poco en cuanto al objetivo final. En esta ocasión, sin embargo, como ocurre también en las elecciones catalanas, pesan más las cuestiones relacionadas con las cosas de comer, la gestión de los asuntos públicos, el deterioro por rozamiento de unos servicios públicos que necesitan volver a ser engrasados para que funcionen de forma adecuada, y es ahí donde el PNV y EH Bildu se van a jugar la victoria en las elecciones.
Nadie escarmienta en cabeza ajena, pero el resultado del 'procés' catalán ha atemperado las urgencias nacionalistas por desarrollar un desafío de características similares. La apuesta del PNV es por un mayor desarrollo del autogobierno. Al partido de Ortuzar no le ha ido mal esa estrategia de ser decisivo para la gobernabilidad de España con unos y otros, lo que sumado a una calidad de vida superior a la de otras autonomías ha hecho que descienda dramáticamente para sus intereses el número de partidarios de la independencia de Euskadi. Y si el PNV siente ahora el aliento en el cogote de EH Bildu es por haber permitido el deterioro del sistema de salud vasco, además de la fatiga de materiales de haberse constituido en un régimen a lo largo de los últimos cuarenta años. El relevo generacional en la candidatura a la Lehendakaritza trata de paliar esa imagen, aunque también el resto de los partidos han emprendido la renovación de sus liderazgos y sus mañas para gobernar o acordar son una incógnita.
No está previsto que el candidato de EH Bildu, Pello Otxandiano, acabe de inquilino de Ajuria Enea por mucho que el del PNV, Imanol Pradales desconfíe de lo que pueda hacer el candidato socialista, Eneko Andueza, tras la campaña de blanqueamiento de Pedro Sánchez, pese al compromiso para no hacerlo. No obstante, el inicio de la campaña electoral del PNV se basa en las sospechas, la de que EH Bildu tiene una agenda oculta con la que desarrollará unas políticas económicas y sociales que destruirán la obra de los nacionalistas, y de que Andueza les puede traicionar. Para que EH Bildu pueda llegar al Gobierno Vasco, además de con el voto joven y de izquierdas procedente del difunto Podemos el partido de Otegi debe culminar el proceso de reconocimiento del daño causado por los años en los que algunas de sus formaciones troncales como Sortu defendían la validez de la lucha armada. Salvo para los partidos de la derecha nacional ETA ha desaparecido de la campaña.