Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


El Juan Pacheco del siglo XXI

17/10/2024

Juan Pacheco, el poderoso maestre de Santiago y marqués de Villena, mirando exclusivamente por sus intereses, igual defendía a Enrique IV, que pasaba a liderar la liga que se montó contra él. Y sin salirse de ese esquema de su personalidad y condición, no paró de poner trabas a Isabel I para su ascenso al trono de Castilla, oponiéndose a lo que posteriormente supuso el germen de un Estado unitario y moderno después de un siglo de guerras civiles en Castilla. En el siglo XV eran normales los cambios de opinión ante cualquier promesa de tierras, de dinero o de incremento de poder. Exactamente igual que ahora, como vemos, que por los mismos motivos se facilita lo que sea, sin complejos y sin escrúpulos, para destruir aquella unidad conseguida hace cinco siglos y medio, hoy representada por lo que significa la Constitución de 1978. 
De esta guisa, entre el «para que España sea roja, antes tendrá que ser una España rota», según palabras literales de Otegi, y el «lo volveremos a hacer» de los golpistas independentistas indultados y amnistiados, pulula por ahí nuestro Juan Pacheco contemporáneo, cambiando de opinión sobre lo que haga falta con el fin de mantenerse a ultranza en el poder. La naturaleza humana no cambia.
Este periodo de liderazgo político amoral con erosión de los valores sociales en el que vivimos nos lleva necesariamente a la reflexión sobre la naturaleza humana, que para Aristóteles se caracteriza por la 'necesidad de socializar y la capacidad de razonar' y para Hume se trata de una combinación de altruismo y egoísmo, cuya realidad se puede moldear. Y aunque consciente del debate existente entre naturaleza, biología, cultura y educación, el caso es que soy de los que están convencidos de que la naturaleza humana nos marca unos rasgos constantes que se reiteran y que condicionan el comportamiento ético en el devenir histórico de la humanidad. El ejemplo es la afinidad moral entre Juan Pacheco y Pedro Sánchez.
Y en el ámbito de las naturalezas humanas, cada uno tiene la suya y vale para lo que vale, unos para ser Pacheco, prototipo del poderoso canalla, que corrompe, chantajea, organiza el crimen desde el poder, llegando a constituir «un amplio conjunto territorial y jurisdiccional y uno de los más extensos y apreciados señoríos de la Castilla medieval», y otros para ser súbditos. 
En estas dos naturalezas se conjuga el caldo de cultivo patrio que nos caracteriza como españoles; desde el fin de la antigüedad hasta nuestros días los rasgos comunes que han marcado nuestra vida política, pasando por todos los periodos, invasiones, guerras civiles, periodos absolutistas, conservadores, liberales o constitucionales, siempre han estado vinculados a un Juan Pacheco de turno.