Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Volverá a suceder

15/11/2024

No es cuestión de repetirse. Los que han gestionado la DANA serán juzgados y condenados. Eso espero, aunque con poca confianza. A los que no estuvieron en el momento justo y en el sitio adecuado, que son los mismos que han demostrado una notable incapacidad para afrontar una tragedia extraordinaria, hay que amortizarles en cuanto la situación lo permita. Ni su cese ni su dimisión inmediata devuelve las casas o los negocios a los que lo han perdido todo. Tampoco deja a los pueblos limpios como la patena. Es cuestión de tiempo. Y no mucho. En cuanto escampe, han de irse o los tienen que echar. Y los que se escondieron para dejar el marrón a otros, los que no asumieron de forma consciente sus competencias para no dejar aún más a la vista sus sectarias incompetencias y abrasar a los que no son de los suyos, les debería esperar un oscuro horizonte penal. Con estos, no hay mucho espacio para el optimismo. 
A partir de ahí, algo habrá que hacer para que no se repita una catástrofe similar. Y en medio de muchas preguntas sin respuesta charlo con Isaac Moreno, que, además de geógrafo, historiador e ingeniero técnico de obras públicas, conoce muy bien todo lo relacionado con las infraestructuras hidráulicas. Le pillo de viaje y me atiende en una parada técnica en el área de servicio 103 de la A2, que es un establecimiento del que no puedes salir sin haber degustado una ración de torreznos y, con algo más de tiempo disponible, un lechazo asado, pero eso es otro cantar. Isaac Moreno no es ningún oportunista que haya salido de la nada. No es un iluminado que trate de aprovechar una tragedia para aumentar la fama y, por tanto, su cuenta de resultados. Lleva años advirtiendo de la nefasta y negligente planificación territorial de los últimos años en España, que deriva en consecuencias tan devastadoras como las que hemos visto en Valencia. Crecimientos urbanísticos en terrenos donde apenas habían habitado ninguna de las civilizaciones que nos precedieron. Por mucho que nos creamos más listos que nuestros antepasados, la albufera y su entorno no eran lugares elegidos para vivir porque se inundaba la mayor parte del año. Pasaron los siglos y, como la albufera se ha ido reduciendo, el hombre pensó que primero había que cultivar en ella y, después, edificar. «Sus condiciones geológicas no han variado y, cuando aumenta el agua, hay inundaciones. No lo veamos como un hecho extraordinario por mucho que ocurra cada bastante tiempo». Y donde antes había huertas, ahora hay núcleos de población, incluso han ido levantando los clásicos centros comerciales con su correspondiente y necesario parking subterráneo. 
Nos falta tiempo para entrar en el debate de las restrictivas políticas medioambientales, en muchos casos absurdas y que impiden tanto la limpieza de cauces y ríos e ignoran cualquier proyecto que permita una regulación del agua en entornos con claro riesgo de estos episodios de gota fría tan devastadores. Pero son obras que no son flor de un día. En la mayoría de los casos, las infraestructuras hidráulicas de envergadura necesitan más de una década para ejecutarse.  Y aquí surge la pregunta: Con más de 220 muertos y millones y millones de euros en pérdidas, ¿habremos aprendido algo? Al interrogante le acompaña un pequeño silencio de Isaac Moreno que remata con una reflexión nada optimista: "No lo sé, porque visto cómo no se han implementado las medidas para que esto no ocurriese, la fe en los políticos que tienen que decidir estas cosas es nula". Dentro de unos años o unas décadas, nos volveremos a acordar. Y a lamentar.