Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


El legado de Tomey

04/10/2024

Queridos niños -y no tan niños- que estudiáis música en el conservatorio Sebastián Durón. Deportistas que entrenáis y competís en el polideportivo San José o habéis disfrutado alguna vez de estasinstalaciones durante sus 37 años de vida. Universitarios que ampliáis vuestra formación en el centro de la UNED de Guadalajara. También los que cursáis algún grado en el campus de la Universidad de Alcalá en la capital alcarreña. Vecinos de los municipios de la provincia que visteis cómo durante las últimas dos décadas del pasado siglo se asfaltaron todas las calles de vuestro pueblo y se completó la red de alumbrado y suministro de agua. Paisanos del Señorío de Molina, de la Sierra Norte o de las Alcarrias más escondidas que celebrasteis por todo lo alto cuando la carretera que accede a vuestro municipiodejó de ser de tierra para siempre. Detrás de todos estos hitos, hubo un presidente de Diputación que, desde 1983 a 1999, trabajó para conseguir una provincia mejor, ejecutando proyectos que eran de su más absoluta competencia e impulsando otrosque trascendían el estricto ámbito de su responsabilidad, pero que el tiempo confirmó como imprescindibles.


Ha muerto Paco Tomey y es conveniente recordar una cuestión muy simple: la política tiene que servir para mejorar la vida de los ciudadanos, no para crearles problemas permanentes y trabas inagotables. ¿Qué hacía una Diputación fundando un conservatorio, dotándolo de catedráticos y reglando una formación musical inexistente en la provincia, competencia de los servicios estatales de Educación, primero, y, tras la transferencia de competencias, de los gobiernos autonómicos? En el caso de Guadalajara tenía su explicación. Siempre fue la provincia olvidada en Madrid y en Toledo y los que mandaban entonces entendían que con el conservatorio de Cuenca era suficiente. ¿Por qué ese afán -desde la propia institución provincial- para que Guadalajara dependiera de la Universidad de Alcalá y no de la Universidad de Castilla-La Mancha, como el resto de provincias de la región? Una cuestión de sentido común, de proximidad aplastante y de mantener una relación con una institución universitaria que a corto y medio plazo iba a ser más operativa y fructífera que con cualquier otra, como así ha sido. 

 

Lo más grande para un político que muere es que su obra permanezca, por mucho que los que le sucedieron hayan mostrado un sonoro desinterés por reivindicar su legado. La nueva política, esa que se centra exclusivamente en el dominio del relato presente, acabó aplastando a Tomey, incluso por los suyos. Pagó muy cara la pena de telediario, sin que se viera ni siquiera sentado en ningún banquillo de los acusados. La oposición, incapaz de derrocarle en las urnas, lo intentó en los tribunales con artes no siempre adecuadas, y sólo el desgaste propio de los años en el poder y la ingratitud de los suyos le acabaron apartando. Desde entonces, el PP fue perdiendo la hegemonía que ostentó durante esas dos décadas en la provincia. 

 

Con Paco Tomey se va una forma diferente de hacer política, hace años ya perdida. Cuando acudía a un acto oficial, visitaba un pueblo o compartía las fiestas de turno, era el encargado de apagar la últimaluz, el que recogía si era necesario las mesas y los platos del vino español y el que no negaba un rato de charla a nadie. Ahora, los de la nueva política van a todos los sitios y no están en ninguno, con la foto pertinente para que las redes sociales obren el milagro. He conocido mucho y bien a Paco Tomey. Durante varios años, ya retirado de cualquier responsabilidad, compartimos una tertulia junto al que había sido uno de sus rivales en el PSOE, José Luis Ros. Fueron conversaciones inolvidables en las que Paco siempre demostró el gran corazón que tenía, un municipalismo convencido y el insuperable cariño por la provincia a la que dedicó toda su vida.