«Me considero un aprendiz de escritor que busca la perfección"

Belén Monge Ranz
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Nacido en Madrid, pero cuya infancia y adolescencia transcurrió en Sigüenza, es un rastreador de palabras que crean prosa y verso. Acaba de publicar 'Cuentos y caligramas en páginas indecisas' y tiene varias obras en camino en espera de ver la luz

Julio Robisco Envid, escritor - Foto: Javier Pozo

Acaba de publicar  Cuentos y caligramas en páginas indecisas y tiene varias obras más en camino que pronto podrían ver la luz. Julio Robisco Envid nació en Madrid, pero toda su infancia y adolescencia la pasó en Sigüenza, su ciudad. Se considera un aprendiz de escritor que ama lo que hace y disfruta haciéndolo, un artesano de la palabra. Empezó a trabajar de botones a la edad de 14 años en una entidad bancaria. Entró en la literatura por la puerta de la poesía. Y aunque es autor de obras tanto en prosa como en verso, con este último género se encuentra «más próximo al mundo».  Tras cursar los estudios de Derecho y formarse como gestor, ya en Madrid, un buen cliente del banco, un reputado periodista y miembro honorario de la Real Academia de la Lengua Española en Filipinas, José Rodríguez, después de leer su novela Las cadenas rompiéndose, le alentó a publicarla. Una obra de ficción en primera persona que arrancaba en la cárcel de Guadalajara.   

Su pasión por la literatura clásica se traslada también a algunas de sus obras como dardo cautivador, tratando de recuperar del olvido vocablos en desuso que convierte en auténticas joyas.   

¿Qué es para Julio Robisco escribir: arte, oficio, necesidad...?

Julio Robisco Envid, escritorJulio Robisco Envid, escritor - Foto: Javier PozoEs una manera de expresarte y de conocerte a ti mismo. La escritura son migas del alma que vas lanzando para que la gente las lea. Cuando escribo, lo que intento es, simplemente, hacer literatura. Todo es ficción aunque detrás haya un buen decorado histórico, un escenario donde situar el relato. A partir de ahí, creo. Uno de mis cuentos se refiere a la visita que Cervantes pudo haber realizado al Doncel de Sigüenza. Para ello, investigué la vida del autor. Tras descubrir que cuando nombraron al obispo él era el encargado de revisar la censura para las celebraciones y que hubo unos quince días  en los que nadie sabía donde estuvo, me planteé por qué no pudo haber estado en Sigüenza y ver el Doncel.  A partir de esa realidad,  inventé una historia.   

Me considero un artesano de la palabra que trata de escribir de la forma más conveniente; un aprendiz de escritor que intenta buscar la perfección cada día. Me gustan las palabras y, pese a que creo que el lenguaje se ha empobrecido mucho, hay que tener un respeto al lector y eso pasa por tratar de ofrecerle, como mínimo, cierta calidad. Escribir es un reto en el que uno se va conociendo más  y una manera de hacer más felices a los demás.  

¿Cómo ha sido su evolución como escritor?

Entré en la literatura por la puerta de la poesía y por eso, de momento, creo  más verso que prosa. El misterio es mucho mayor en un poema. No tengo una pauta fija. Por ejemplo, en Cien poemas volanderos sobre el amor utilicé la métrica medieval hablando de temas actuales.  

Cuando me gusta un escritor, no sólo lo leo, lo estudio. Igual que un niño que, cuando en un instante de su vida ve un partido de fútbol quiere ser futbolista, cuando yo leo a un poeta me planteo ser como él y crear arte. 

¿Qué le inspira a la hora de ponerse a escribir?

Lo único que necesito para ponerme a escribir es sentir ilusión por una idea. Las musas llegan, aunque lo hacen de maneras muy  diferentes. La temática de mis libros se centra en las curiosidades de la vida, pero también en la cotidianidad, que bien contada puede ser  suficiente para mantener la atención del lector. 

Con Cuentos y caligramas en páginas indecisas alcanza la docena de obras publicadas, pero creo que la poesía es el género con el que se identifica más. ¿Es así?

Si, de las doce publicaciones, en  nueve hay verso. Solo tres son novelas (Las cadenas rompiéndose, Locos por la Libertad y Azul y Tierra), pero tienen en común la poesía como cauce por donde fluye el argumento. Por ahora, es lo que más me cautiva. En Cuentos y caligramas en páginas indecisas, mi última creación,  la poesía se funde en los caligramas. El nexo en común es Sigüenza. Precisamente, el próximo 19 de julio la presento en Sigüenza acompañado de la Asociación Musical Seguntina (Amuse). Me siento doblemente  orgulloso.  

 En general, los escritores tienen fama de ser algo raros. ¿En una escala del 1 al 10 cómo se considera de peculiar?

Considero que eso lo tiene que decir la gente (risas).

¿Escribe para optimistas o para pesimistas?

Trato temas muy diversos, también alguno trágico. No busco que cuando alguien lea una de mis poesías se sienta deprimido sino que si lo está, el poema le ayude.  

¿Algún escritor que admire?

Suelo leer bastante a Miguel Hernández, José Ángel Valente y mucha crítica literaria. Eso me lleva a acceder a escritores más desconocidos. Tengo claro que cualquiera te puede enseñar muchas cosas. En mi caso, me gusta crear personajes e introducirlos en un contexto histórico. 

¿Algún truco para enfrentarte a una hoja en blanco?

Simplemente, ponerse. Hay veces que las ideas vienen en la cama. En ese caso, lo mejor es levantarse, apuntarla y volver a dormir. Aunque, como decía César González-Ruano: Muchas veces las plumas escriben por ti y la idea inicial cambia del todo con respecto al resultado final. Mi única manía es leer, leer y leer.  

¿Considera que la literatura debe tener un contenido didáctico o es suficiente con que entretenga?

Está muy bien leer como distracción y pasatiempo, pero también lo está aprender de lo que se lee. 

¿Tiene género la escritura?

No creo que exista género en la escritura. Es simplemente escritura. Yo sigo a grandes escritoras y lo hago porque escriben muy bien, no porque sean mujeres. En mi caso, escribo para todo aquel que le gusta la lectura. 

¿Sigue apostando por la lectura en papel? ¿Y a la hora de escribir?

Tengo ibook, aunque me sigue gustando mucho más leer la tinta. A la hora de escribir, si es poesía, siempre escribo a mano. Con la prosa, utilizo el ordenador. 

En la época actual, ¿es chocante que un autor que se precie no esté en  las redes sociales?

Cierto. No estoy y tendré que hacerme porque ya he recibido varios toques de atención de lectores y de los propios amigos (risas).  

En la mayoría de los autores se deja entrever siempre a través de sus obras la devoción por su tierra. En su caso, por Sigüenza. 

No me considero un escritor localista, pero la última de mis obras comprende 20 relatos que conforman un homenaje a la tierra en la que he vivido una infancia y una adolescencia muy hermosas, a mis amigos, a mi gente. Supone darle a Sigüenza mis propios colores. Aquí, los relatos se ilustran con caligramas, con poesía. Una está dedicada al Doncel Martín Vázquez de Arce. Es una historia inventada, respetando siempre el escenario histórico. También hablo de la peña La Rampa, mi peña... Es mi tierra y eso se refleja de distintas formas en algunas de mis obras. De hecho hay quienes, tras leer  estos relatos, se han emocionado porque les recuerdan a su infancia. Eso me hace sentir muy orgulloso.

No cabe duda que se trata de una original combinación donde los caligramas asumen gran parte del protagonismo. 

Quise hacer algo original, con una presentación diferente. Cuando presenté el libro había gente que no sabía ni lo que era un caligrama y menos lo que son caligramas acrósticos, que también incluyo aquí.  

¿Los escritores son, en general, personas solitarias? 

No puedo ni debo hablar por los demás. En mi caso, no cabe duda de que para escribir hay que estar acompañado de la soledad.  

¿Se nace o se hace uno escritor? 

Si no tienes un don natural, tienes que leer muchísimo porque cada giro, cada palabra o cada historia enseña muchas cosas.  Yo estoy ahora en una faceta de mi vida en la que me gusta todo, también los escritores contemporáneos. 

Como autor, ¿tiene alguna obra favorita, de la que se sienta especialmente atraído? 

Si tuviera que decir una sería Azul y Tierra, que fue originada de una manera un poco especial. 

¿Qué proyectos tiene entre las manos a corto o medio plazo? 

Estoy trabajando y puliendo, o retocando, según se mire, varios proyectos de novela y de poesía. Espero poder publicar de aquí al mes de  diciembre.

 ¿Cómo maneja las críticas de los lectores? 

Cuando un amigo te dice que está muy bien, que le ha gustado, sabes que es tu amigo, pero cuando alguien que no te conoce se muestra crítico, se lo agradezco y trato de superarme más todavía. Asumo bien las críticas. 

¿Algún consejo a esos jóvenes que quieren dedicarse a la escritura? 

Que no pierdan nunca la ilusión y sacrificarse por ella. Creo que, por desgracia, se lee poco, y menos aún poesía. En muchos aspectos nos están sustituyendo las máquinas. Conceptos como bueno o malo están siendo sustituidos por otros como útil o inútil. Ya nadie, o casi nadie, se pregunta por la bondad de las cosas.   

 ¿Existe todavía hoy en día la censura a determinados escritores o escritos? 

Si, claro que sí. Hay temas que mejor ni tocar. Ahora no se queman los libros, pero desaprueban al escritor y no le publican.   

¿No se ha planteado nunca escribir algo para niños o jóvenes? 

No, pero lo tengo pendiente. Me gustaría escribir poemas enfocados a este público tan especial. 

Por último, ¿hay alguna obra que le haya marcado especialmente a nivel personal? 

Evidentemente, hay libros que me han gustado más que otros, pero no que me hayan marcado. En todo caso, más que obras concretas, me pueden marcar determinados autores.