Pocos imaginaban hace dos semanas que el Barcelona se marcharía al primer parón de selecciones líder, con pleno de puntos y con cierta ventaja con sus inmediatos perseguidores. Era complicado de dibujar en la mente ese panorama, sobre todo cuando el único fichaje del equipo, Dani Olmo, ni había podido debutar tras dos jornadas. Sin embargo, cuando lo hizo, en Vallecas ante el Rayo, siendo decisivo para darle la victoria al cuadro azulgrana, pronto se vio que con él en el césped todos los engranajes del terreno de juego funcionaban a la perfección.
Nico Williams era el deseo de todos los culés para el presente verano, sobre todo después de la Eurocopa que realizó con la selección española. Pese a todo, el bloque catalán se quedó con las ganas de hacerse con los servicios del extremo y decidió girar la mirada hacia un canterano que voló hace mucho tiempo.
Fuera del foco al haber estado años en una Liga menor como la croata, Dani Olmo pasó por debajo del radar hasta hace muy poco. Su fichaje por el Leipzig fue el primer paso para llegar a la élite, como muchos de los futbolistas que pasan por la 'factoría Red Bull'.
Si en el país balcánico se hizo jugador, mejoró su físico y se fajó haciendo frente a jugadores rudos y a terrenos en no muy buen estado, en Alemania su progresión se disparó. El vértigo de la Bundesliga anidó en su estilo de juego, algo que después trasladó a la absoluta de Luis Enrique, siendo el único elemento difrencial de aquel equipo.
Posteriormente, también se volvió un fijo para Luis de la Fuente, toda vez que el riojano no pudo contar con Pedri hasta la última Eurocopa. Allí, ambos fueron piezas sustitutivas. El uno o el otro, pero nunca juntos. Por eso, cuando el canario se lesionó en cuartos, Olmo aprovechó su momento para brillar.
Hansi Flick, en vistas de que Nico Williams no llegaría, dio luz verde a la contratación del de Tarrasa.
Olmo le otorgaba al alemán esa polivalencia con la que jugar en la zona de tres cuartos. Si ocupaba la mediapunta, Raphinha se escoraba a la banda, pero la combinación también podía hacerse al contrario, con lo que aseguraba una gran movilidad en esa parcela a la que también hay que añadir a Pedri.
Casa con la idea
Y es que si en la selección no se juntaron, en el Barcelona han demostrado desde el minuto uno que se complementan a la perfección, algo que la idea de juego de Flick ha agradecido.
El germano, como ya demostró en el Bayern, busca establecer relaciones de proximidad por dentro en el último tercio del terreno de juego. Demanda futbolistas que se asocien en espacios reducidos, que acumulen marcas para luego oxigenar hacia los costados, por donde percutirá uno o los dos laterales ganando la profundidad.
Es en esa faceta donde esta brillando Dani Olmo, que se ha convertido en el resorte del Barcelona, que si en los dos primeros choques quizá adoleció de cierta continuidad y algo de bloqueo en el juego, desde que el catalán entró al campo en Vallecas todos se liberaron.
Él, con su visión y habilidad para filtrar pases en espacios reducidos, proyecta a Pedri, que anotó ante el Rayo, se entiende con Lewandowski, que va Pichichi, se intercambia la posición con Raphinha y disfruta como nadie con el magnetismo de Yamal. Olmo es el gran argumento del liderato del Barça.