NMNL es el espectáculo más grande que se monta en Guadalajara

Beatriz Palancar Ruiz
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Este músico y compositor, además de profesor de piano en una academia de la capital, ha convertido su lema de vida, 'No Music, No Life' en una propuesta musical con la que presenta cada año, y este es el tercero, solo a profesionales de Guadalajara

Alberto Ballesteros en el vestíbulo del TABV donde se celebrará el musical NMNL el próximo 8 de febrero. - Foto: Javier Pozo

Está orgulloso de ser capaz de sorprender al público con un espectáculo de música realizado por gente de Guadalajara de manera exclusiva. Alberto Ballesteros (Madrid, 1980) se crió en Albalate de Zorita y es profesor de piano en la academia Elite de Guadalajara. «Es lo que me da la tranquilidad económica para desarrollar todos esos pájaros que tenemos los músicos en la cabeza», asegura, ya que su creatividad le lleva a montar, y este es el tercer año, un musical de gran formato en el Teatro Auditorio Buero Vallejo del que se siente tan orgulloso que le gustaría repetir, bien realizando una gira por otras ciudades españolas, o convirtiendo este 'show' en un reclamo para que fuese el público quien visitara la ciudad. Si quieren dejar aflorar sus sentimientos a través de la música, aún quedan entradas para el musical NMNL del próximo 8 de febrero. 

¿Cómo surge la idea de crear un musical en Guadalajara?

No pensé en hacer un musical. Lo que yo quería era darle un homenaje a mis padres. Que yo pudiera cursar estudios de música en Guadalajara ha supuesto un esfuerzo económico, personal y de tiempo muy grande. Quería darles las gracias y hacerles un homenaje. Solo era eso. Pensé que lo mejor era hacer un concierto. Conocía a mucha gente que se dedicaba de manera 'amateur' a la música. Envié un mensaje de Whatsapp a 30 ó 32 personas. No les dije lo que iba a hacer pero me contestaron afirmativamente 16, músicos y cantantes. Con ellas, pensé que tenía muchas herramientas para montar algo importante. Empecé a liarme la manta a la cabeza y salió 'No Music, No Life' (NMNL), el musical. El 15 de enero de 2023 fue el año de debut.

¿Cómo se trabaja para crear un espectáculo de estas características?

La manera es comenzar unos diez meses antes. Empiezo a pensar el repertorio, los arreglos, la edición de partituras. Según voy teniendo el material terminado, lo voy pasando a la gente del equipo por separado. Todo el trabajo lo hacemos de manera individual, sus partituras y sus audios, para estudiar de manera individual en casa. Y luego empezamos a ensayar por separado, músicos por un lado y cantantes por otro. No se ven. Saben quién son pero no ensayamos juntos hasta noviembre o diciembre. Cuando las dos partes por separado están bien, entonces las junto. Y ese momento es muy emotivo y especial.  

¿Se puede decir que es un musical 'made in Guadalajara' ?

Alberto Ballesteros en el vestíbulo del TABV donde se celebrará el musical NMNL el próximo 8 de febrero.Alberto Ballesteros en el vestíbulo del TABV donde se celebrará el musical NMNL el próximo 8 de febrero. - Foto: Javier PozoTotal, y de hecho lo digo, y estoy súper orgulloso, no me cansaré de decirlo. A lo mejor soy un poco extremista pero tanto las personas que participan en el equipo como las empresas que yo contrato, todo, es de Guadalajara. Patrocinadores, todo. Creo que en Guadalajara tenemos gente muy potente sin necesidad de traer a gente de otras partes de España. ¿Por qué no vamos a sacar pecho de lo que tenemos? 

¿Cuánta gente colabora contigo en el espectáculo, tanto en la parte artística como técnica?

En el montaje de este año, encima del escenario somos 16 personas, diez músicos y seis cantantes. Y fuera del escenario, entre el equipo de 'staff', que nos echa una mano con la logística, el equipo técnico de iluminación y el de sonido, somos otras 16 personas, y todos somos de Guadalajara. Y créeme que, está feo que lo diga, pero cada uno de los que participan están explotados. Es un espectáculo que cuando tú lo ves, en otras compañías de otros presupuestos, no sean menos de 50 personas, y nosotros somos haciendo todo, 30, para mí es un logro, pero no solo hacen lo suyo, están todos montando de todo, porque hay muchísimo que montar, y parece mentira pero lo sacamos adelante entre 30 personas. Es un trabajazo brutal. 

¿Son las mismas personas comenzaron contigo hace tres años?

Todos los años hay incorporaciones. De los 30 que empezaron, el 80% son los mismos. Salió muy bien el primer año. Me gusta mantener y, sobre todo, respetar a las personas que, cuando no había nada, me dijeron que sí y me permitieron llevar a cabo un sueño mío. Ellos me dieron la oportunidad de hacerlo y no me parece justo, ahora, que tienes otros contactos, no contar con ellos. Por ello, salvo que ellos decidan no continuar, yo intentaré llegar con ellos hasta donde pueda. Y de momento, no me puedo quejar, siguen yendo bien las cosas. Hay incorporaciones porque es un espectáculo que requiere mucho trabajo a nivel personal e implica tiempo. Es un poco desagradable que tú dediques tanto tiempo para solo tocar una vez, por eso, estamos intentando por activa y por pasiva salir de Guadalajara y poder dar más conciertos por toda España. Pero al ser un espectáculo tan grande y tan costoso, hacerlo fuera de tu ciudad, sin que seas tú quien pone el dinero, es muy difícil, sin ser una gran compañía y sin un gran nombre detrás. Es muy complicado. Pero también era complicado el primer año y salió, ¿por qué no lo vamos a seguir intentando?

El espectáculo se define como una experiencia musical, ¿por qué?

Alberto Ballesteros en el vestíbulo del TABV donde se celebrará el musical NMNL el próximo 8 de febrero.Alberto Ballesteros en el vestíbulo del TABV donde se celebrará el musical NMNL el próximo 8 de febrero. - Foto: Javier PozoCualquier espectáculo que lleva el apellido musical está basado en una historia, un cuento o una película. Esto es un espectáculo porque el concepto del musical es mi propio pensamiento. La música tiene el poder de potenciar cualquier sentimiento. Solamente hay que encontrar las canciones y la música adecuada para que ese sentimiento vaya a más. Y puede ser tristeza, nostalgia, euforia, melancolía. Eso lo llevamos a que el público lo sienta. El primer año, lo hicimos de una manera autobiográfica. Contaba cómo la música había marcado mi vida. Pero lo bonito es que mi recuerdo servía a otro para recordar su momento. Y eso lo hacemos todos los años. Cada año trabajamos unos sentimientos distintos pero es una experiencia porque cuando lo haces bien, consigues llevar a la gente por unos estados de ánimo muy distintos. A nivel sentimental, es un espectáculo muy intenso. Si vienes con la predisposición de ver qué pasa, te vas a emocionar. La gente sale con un cúmulo de cosas muy bonito, por eso, es una experiencia musical. 

Por tanto, ¿cada año cambia el hilo conductor de la historia?

Claro, en función de los sentimientos que quieres trabajar, la manera de introducirlos, tiene que ser distinta. Hablo un poco de ese sentimiento, situaciones que nos hayan puesto en ese contexto con alguna anécdota para contextualizar lo que luego vas a escuchar. 

¿Cuánto tiempo dedica a crear?

Le dedico, aproximadamente, diez meses en los que estoy casi a tiempo completo pensando en eso. Es muy duro. Te hace mucha ilusión pero le dedicas todo el tiempo que tienes disponible. No es fácil asimilar la pérdida social que tienes pero te hace mucha ilusión. Estamos buscando el equilibrio que no es fácil.

Creo que hay muchos géneros dentro del espectáculo, ¿no es así?

Cualquiera. Evidentemente, no todos los años hay los mismos géneros pero cada estilo es fácil que encaje con un sentimiento. Si piensas en un momento concreto, si te pongo una serie de melodías, hay un género que puede encajar. ¿Cabe todo en un espectáculo? Sí. ¿Qué van a escuchar? No lo sabe nadie. 

¿El espectador tiene que estar dispuesto a sorprenderse?

Sí, así es. Siempre he pensado que el elemento sorpresa es importante. El primer año, se vendieron 400 entradas en dos días y nadie sabía nada. Probé a no decir nada, salió todo bien, se vendieron todas las entradas. A la gente le encantó y eso reforzó mi pensamiento de que el elemento sorpresa es muy importante.  Cuando cada uno ensaya en su casa, la gente se lo curra muchísimo, cada uno se busca las mañas para sorprender. A mí, me hace mucha ilusión y, por eso, mi obsesión es no decir nada. 

¿Cree que hemos perdido el factor sorpresa en nuestro día a día?

No es que nos falte es que no sabemos esperar a la sorpresa. Como estamos acostumbrados a tener acceso a cualquier cosa, necesitamos saber toda la información. No nos dejamos sorprender, preferimos saberlo. En nuestro caso, no hay nada publicado y, todos los años, el espectáculo es completamente nuevo. Lo puedo hacer porque, desgraciadamente, solo tocamos una vez al año. Si de aquí naciera una gira, estrenáramos en nuestra ciudad, en los siguientes conciertos, si la gente ha publicado cosas, ya sabe lo que hay. Aquí, como solo tocamos una vez al año, la gente se sorprende por igual. 

Cuando empecé a hacer esto no tenía pensado hacerlo más. Era un homenaje a mis padres. Ese día, fue un momento muy bonito a nivel emocional. La gente estaba muy emocionada y me decía que cómo no lo íbamos a hacer más. Intenté repetirlo, el año pasado lo volvimos a intentar, porque he ganado algo de experiencia, y ahora soy realmente consciente de la distancia que hay para poder vender un espectáculo de este nivel. Y pienso que si solo puedo hacerlo una vez, tengo que intentar que cada vez sea más exclusivo. Porque lo otro que me haría mucha ilusión es que fuese un espectáculo recurrente en mi ciudad. Me sentiría muy orgulloso de hacer venir a la gente de Guadalajara. 

¿Cómo va la venta de entradas después de los éxitos anteriores?

El primer año, en dos o tres días, se vendieron 400 entradas. Creo que era de gente que nos conocían porque la ilusión que teníamos de cumplir un sueño, de debutar, se contagió entre los más allegados. Me acuerdo que, el día de antes, estábamos haciendo los ensayos generales en el CMI y, ese día, se vendió la última entrada, y rompí a llorar. El año pasado, no me hicieron sufrir tanto. Se vendieron 848 entradas en dos días. Algo haríamos bien el primer año. Eso no ha pasado en la historia en Guadalajara, nunca en la vida. Y este año, tuvimos un arranque muy bueno, se vendieron 600 en 24 horas, y luego, poco a poco, por goteo se han ido vendiendo el resto. Quedan pocas entradas en el anfiteatro.

¿Cómo atraería a alguien sin entrada para que se deje sorprender?

Hay que estar dispuesto a que alguien te dé una sorpresa. A nivel musical, es muy chulo cuando no eres consciente de que la música que estás escuchando te influye. Vas a venir a un espectáculo en el que no sabes lo que vas a escuchar. Vas a sentir muchas cosas distintas y vas a sentir muchas cosas diferentes. A nivel psicológico, pica la curiosidad. A nivel espectáculo, creo que NMNL es el espectáculo más grande que se monta en Guadalajara. La puesta en escena es brutal, a la altura de otras compañías que tienen muchísimo nombre y hacen giras nacionales e internacionales. Este año, además, el repertorio es súper interactivo. La gente se lo va a pasar genial. Van a cantar y llorar a la vez. Nosotros, como artistas, tampoco participamos en nada que se parezca a esto. La vida que tenemos la mayoría de los que trabajamos aquí es de montar y desmontar nosotros mismos y, aquí, tienes un montón de recursos técnicos que no están a nuestro alcance habitualmente y, para nosotros, es algo muy especial, nos sentimos muy importantes.

¿'No music, no life', además del musical, es su lema de vida?

Sí. Cuando empecé a ver que me podía dedicar a la música, en cualquiera de las direcciones que tomaba, siempre estaba la música, no de manera directa o profesional, pero siempre estaba. Alguna vez lo pienso, si no hubiese tenido la música, mi vida no la concibo. Si alguna vez hiciésemos una experiencia social de un apagón musical de una semana, creo que el mundo se apaga. En cualquier momento, cada uno con sus gustos, pero la música siempre está. Es un lema que no solo escribo porque quede bonito, es mi vida y lo concibo como tal. Es una nomenclatura difícil, NMNL, pero decidí que se quedará así aunque sea difícil de pronunciar. Sin música no hay vida y lo voy a defender siempre porque estoy convencido de ello.