En el paraje de El Sotillo, situado a tan sólo cinco minutos de la ciudad de Guadalajara, se encuentra un complejo arquitectónico único, una colonia de corte agrícola que es obra del arquitecto Ricardo Velázquez Bosco por encargo de la condesa de la Vega del Pozo y duquesa de Sevillano, María Diega Desmaissières y Sevillano.
Durante años fue testigo de muchos momentos de asueto, ya que, este lugar, era zona de esparcimiento habitual para los guadalajareños que acudían allí para celebrar reuniones familiares y de amigos al aire libre durante los fines de semana.
Está situado junto a la Cañada Real Galiana y cerca del trazado de la N-320 o la estación de trenes de alta velocidad de Guadalajara-Yebes-Valdeluz. El paraje en el que se construyó recibe el nombre de El Sotillo, aunque el nombre de Villaflores lo recibe de la denominación que tenía anteriormente este espacio cuando perteneció al término municipal de Iriépal. Y es que no hay que olvidar que la construcción de este complejo agrícola se materializó a finales del siglo XIX, entre los años 1886 y 1887. Entonces, se levantaron un palomar, ocho viviendas para trabajadores, una capilla y un edificio principal denominado la Casona del Labrador, todo obra del arquitecto de referencia de la familia. El resto de construcciones que componen el poblado, como son un molino, las bodegas y los almacenes pertenecen a otro autor desconocido.
Fotografías del estado actual del poblado de Villaflores. - Foto: Javier PozoLa casa principal es el edificio de mayores dimensiones. De planta cuadrada, constaba de piso bajo y bajo-cubierta con un gran patio interior en el que se levantó un gran cobertizo. Sobre la fachada principal destacaba un alto frontal con un campanil, un reloj y el escudo de Sevillano que se desprendió al romperse la espadaña que sustentaba el tejado y este frontón. Dentro de la Casona del Labrador disponían dos viviendas, unas oficinas y la escuela. En las naves laterales, se distinguían espacios destinados a pajar, granero y cuadra.
El palomar es el edificio más representativo de todo el conjunto por su planta circular. Repartidos en dos alturas, tuvo más de diez mil nichos para aves. En la parte superior sobresale un pequeño cuerpo que nace del anillo interior, rematado originalmente con una bóveda de media naranja que se sustituyó en los años 40 por una cubierta plana a consecuencia de la caída de un rayo. La capilla de Villaflores estuvo dedicada a San Diego y estaba rodeada por un cementerio. Es el único edificio del complejo en el que se utilizó teja de cerámica plana.
Hay que recordar que, en febrero de 2013, saltaron las alarmas con la caída del pequeño campanario de la Casona del Labrador, lo que motivó que, en 2015, se declarara Bien de Interés Cultural (BIC), con la categoría de Conjunto Histórico. Sin duda, un momento clave para el presente y el futuro de este conjunto monumental de Villaflores que llevaba años deteriorándose a la vista de todos y sufriendo actos vandálicos que estaban ensombreciendo su singularidad y belleza. Hoy, todo se está rehabilitando.
Fotografías del estado actual del poblado de Villaflores. - Foto: Javier PozoLa propiedad del conjunto monumental está dividida. De acuerdo al proceso de reparcelación del sector SPP-93 de 2008, la Casona del Labrador pertenece a la constructora Hercesa, y titular del resto de los edificios es el Ayuntamiento de Guadalajara.