La exquisita zurda de Arda Güler, su conexión con Merih Demiral y un paradón impresionante de Günok en el tiempo añadido, bastaron a Turquía para desactivar a la filosofal y metódica Austria, derrotada 1-2 a balón parado, con dos córneres envenenados lanzados por el jugador del Real Madrid rematados por su compañero y que sirvieron para citar al combinado de Vincenzo Montella para citarse con los Países Bajos en los cuartos de final de la Eurocopa.
No necesitó mucho más Turquía. Esa fue casi toda su propuesta para superar a un equipo que parecía destinado a hacer algo importante en el torneo. O por lo menos así lo anunció su técnico, Ralf Rangnick, que apostó en la víspera por alcanzar la final e incluso ganarla. No le faltaban argumentos, sus jugadores funcionan habitualmente como un reloj. Sin embargo, no contaban con Güler, un desatascador con su golpeo.
Eso sí, el inicio del combinado otomano fue atronador, impulsado por miles de gargantas explosivas, justo lo que necesitaba para desarmar el método de Ralf Rangnick del que tanto se ha hablado durante toda la Eurocopa. En apenas dos minutos, los que necesitó Arda Güler para sacar un córner peligrosísimo, Turquía se adelantó en el marcador gracias a Demiral, que no desperdició una pelota muerta que rodaba por el área para abrir el marcador.
El tanto de Turquía fue un mazazo par Austria, acostumbrada a jugar con unos automatismos dignos de un club y no de una selección. Todo parece estudiado al milímetro por Rangnick, mentor de otros compatriotas que elevaron su modelo hasta convertirlo en campeón (Hansi Flick, Thomas Tüchel o Jürgen Klopp) y acostumbrado a mandar con el 'gegenpressen', es decir, trabajo colectivo y transiciones rápidas que ante equipos muy cerrados se complica en su aplicación.
Y a los hombres de Vincenzo Montella les cayó un regalo del cielo con el tanto de Demiral. Se encerraron atrás e hicieron suyo ese 'gegenpressen'. En cuanto agarraban la pelota, transicionaban como diablos hacia delante, con Arda Güler muy inspirado para romper líneas con un solo toque y con Yildiz eléctrico en el desborde por la banda derecha. Aunque en la primera parte apenas volvieron a intentarlo con otro cabezazo de Demiral (también a la salida de un córner) y con un lanzamiento desde el centro del campo de Güler, desactivaron a su rival muy bien organizados en defensa.
Austria sólo contestó a los segundos de marcar Demiral, también con otro córner en el que la pelota se paseó por la línea de la portería defendida por Günok y que no remató por milímetros Baumgartner. Eso fue todo. Durante un cuarto de hora, sí que merodeó al toque pero sin imaginación al final por la zona turca, pero no consiguió nada. Aquel 6-1 incontestable con el que Austria ridiculizó a Turquía en un amistoso del mes de marzo, estaba lejos de repetirse.
Rangnick reaccionó con cambios inmediatos tras el paso por vestuarios. Por el lateral izquierdo apareció Prass, que sentó al jugador más errático de Austria en la primera parte y sorpresa en la alineación: Mwene. También quitó del terreno de juego a Schmid y dio entrada en el centro del campo a Gregoritch, un hombre más profundo. Y se puso a rezar para que aparecieran de una vez Laimer, Baumgartner y, sobre todo Sabitzer, desaparecido por completo.
La mano de Rangnick reactivó a su equipo, que salió revolucionado a por el empate y lo acarició con un mano a mano de Arnautovic que desactivó Günok con el cuerpo.
El gigantón del Inter desperdició la oportunidad de meter al combinado centroeuropeo y lo pagó carísimo, porque Turquía no necesitaba casi nada para marcar con los golpeos exquisitos de Güler y con la cabeza de Demiral. La pareja volvió a conectar a falta de media hora en otro córner lanzado por el jugador del Real Madrid que remató su compañero entre las torres de la defensa austríaca.
Casi todo el estadio, con mayoría turca y además mucho más ruidosa, pensó que aquel era el final para Austria. Pero nada más lejos de la realidad, porque cinco minutos después, y otra vez a través de un córner, reaccionó por medio de Gregoritsch.
Sabitzer lanzó la pelota, Posch prolongó en el primer palo y Gregoritsch, de cabeza, remató la faena para volver a la casilla de salida: Turquía atrás, encerrada y Austria preparada para el asedio final, que no funcionó porque Günok hizo el paradón de la Eurocopa en el tiempo añadido. Su mano, a un cabezazo de Baumgartner, fue la mano de todo un estadio que saltó al terreno de juego para abrazar a su portero con el pitido final.