La necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos, a los cambios de la sociedad, ha llevado ya a la Iglesia católica en algunas diócesis de España, como es el caso Madrid, Burgos, Cáceres y también a la de Sigüenza-Guadalajara, a poner en marcha la maquinaria para escuchar a fieles y no fieles y afrontar unos retos que están en marcha.
Para iniciar ese camino unidos, la diócesis de esta provincia iniciaba hace ya seis años (año 2018) un trayecto dirigido a conseguir una Iglesia más viva y acogedora. El recorrido arrancó por iniciativa del entonces obispo de la diócesis, Atilano Rodríguez. El ya vio la conveniencia de que los feligreses participaran en el nuevo diseño de evangelización en una sociedad diferente.
La propuesta fue bien acogida por los distintos consejos y, aunque la pandemia motivó la paralización durante año y medio del Sínodo, se ha llegado prácticamente a su fín, a la espera del último capítulo: la creación de un documento que sintetice y priorice las aproximadamente 175 conclusiones extraídas de este gran movimiento sinodal que, a renglón seguido y de forma progresiva, se llevarán a la práctica. Una labor encomendada al obispo de la diócesis Sigüenza-Guadalajara, Julián Ruiz.
El Sínodo afronta su fase práctica, llevar al terreno de juego las propuestas de los fieles - Foto: Javier PozoY si bien muchos de los lectores se preguntarán aún ¿qué es el Sínodo? Podríamos resumirlo en un camino conjunto. En este caso, de los católicos de Guadalajara, con el objetivo de ser más fuertes y fijar la hoja de ruta que debe regir para adecuarse a la realidad actual.
El último movimiento sinodal data 1948 y afectó a lo que entonces era la diócesis de Sigüenza, que no solo era diferente en sus delimitaciones geográficas a la actual, sino que, además, apenas tuvo una duración de dos días y medio frente a los casi seis años de este Sínodo.
Lo cierto es que los propios fieles consideran conveniente realizar un reseteo, una renovación. Un proceso que en esta diócesis se inició en el 2018 y que tras paralizarse durante año y medio por el Covid, se puede dar casi por concluido.
El Sínodo afronta su fase práctica, llevar al terreno de juego las propuestas de los fieles - Foto: Javier PozoDurante estos años, en distintas fases y por grupos, los católicos de la provincia han reflexionado sobre los caminos y las acciones a utilizar en un futuro inmediato para llevar el mensaje de Cristo a los guadalajareños de hoy. Una clara necesidad si se tiene en cuenta que si bien los católicos bautizados representan aún un porcentaje significativo, no ocurre lo mismo con los practicantes, que cada vez son menos. A ello hay que unir la entrada en escena de nuevos modelos de familia, un medio rural que sigue perdiendo población y la disminución de vocaciones religiosas.
Para ver cómo afrontar esta nueva realidad se puso en marcha un movimiento sinodal en el que no se han eludido temas por espinosos que fueran; se ha escuchado a toda la sociedad implicada y todo el que ha querido ha podido hablar abiertamente en las asambleas.
La propuesta de escucha del movimiento sinodal ya ha empezado a dar sus frutos. Comienza a verse que algo se mueve en la diócesis, que hay más ilusión, y eso se traduce en una mayor sensibilización de fieles de que la Iglesia la forman todos y que, si bien cada cual tiene su misión, todos deben caminar juntos.
«No todo es blanco o negro sino que hay una amalgama de colores en medio que deben ser tenidos en cuenta en todos los ámbitos», apunta el secretario general de Sínodo, Ángel Luis Toledano, a La Tribuna de Guadalajara, recordando que lo que importa realmente ahora es que de esta labor de escucha que se ha realizado, se encuentre el mejor camino para el futuro de la diócesis. «La tarea es sembrar la palabra de Dios, no recoger frutos ipso facto. No tenemos que estar ansiosos por encontrar inmediatamente resultados», subraya convencido de que «ha merecido la pena».
Todos han asumido voz en este camino. Todos han estado en el mismo plano, y todos han sido escuchados. Esa es la sensación general que se respira. «La Iglesia tiene la misión de unir al Señor con la gente y para ver cómo nos tenemos que actualizar en modos, maneras, lenguaje y actividades se convocó el Sínodo», remarca Toledano.
Este movimiento emprendió su andadura con una primera encuesta anónima y abierta a todos los guadalajareños (católicos practicantes y no practicantes, ateos, agnósticos y de otras religiones, al mundo rural y al urbano...). Todo ello, para conocer su opinión sobre una veintena de temas. Se distribuyeron 20.000 ejemplares en parroquias y asociaciones y se recibieron 5800 respuestas. Un porcentaje bastante significativo para valorar lo que pensada la población con respecto a cuestiones muy diversas.
El primer objetivo estaba cumplido. Se empezaba a ver con perspectiva el parecer, el veredicto de la población sobre asuntos más o menos complejos y el papel de la Iglesia al respecto. Por ejemplo, en este primer paso se desveló que si bien la labor de Cáritas o Manos Unidas era conocida, y también se sabía lo que era el ECO, había un desconocimiento casi total de las actividades intraeclesiales y de la propia web diocesana.
ponerse al día. Para María Teresa López Escudero, miembro de la Secretaría del Sínodo y reparadora del Sagrado Corazón, el proceso sinodal se podría resumir en «intentar actualizar la diócesis y resetear algunos de sus aspectos para ponerse al día». Es consciente de que queda camino pero considera que desde el inicio «se tomó conciencia» de que algo se empezaba a mover de cara a esa renovación de la Iglesia. «El Sínodo nos ha sacado de los conventos para participar en común en la diócesis», abunda convencidísima.
«La participación fue impresionante. Desde jóvenes hasta mayores de más de 90 años», afirma por su parte Lourdes López, casada, miembro de Cáritas Diocesana y participante muy activa en este «caminar juntos».
«El Sínodo era una necesidad para ponernos al día y para la actualización de la Iglesia ante un cambio de la sociedad que ha ido muy rápido y que, tal vez nosotros no hemos sabido adaptarnos tan deprisa», asevera por su parte la directora de Cáritas y miembro de la Comisión Permanente del Sínodo, María José Bustos. Mientras, para María José Pérez Estremera, madre de familia y vecina de Yunquera de Henares, que coordinó uno de los grupos sinodales, este proceso ha supuesto, sin duda, «un enriquecimiento personal para todos».
La participación de la juventud era vital y también se deja notar a través de jóvenes como Alejandro Muñoz, integrante de la Secretaría del Sínodo. Tiene 28 años y es el primero en destacar que «en las asambleas se ha percibido una nutrida presencia juvenil. «Encontré mucho feeling con la gente, sobre todo con los de mi edad», afirma a la par que remarca su convencimiento de que la Iglesia «no está parada», y que si bien «debe evolucionar», debe hacerlo «de forma segura». «El Sínodo me ha cambiado algunas ideas que tenía preconcebidas. Me ha abierto los ojos a nuevas realidades de la sociedad». Se ha hablado de los nuevos tipos de familia, de parejas y de sexualidad, que si bien son temas complejos, la Iglesia es consciente de que deben ser acometidos y así se ha hecho «con diálogo», abunda.
Y como el fin de este movimiento sinodal era y es el de mejorar la vida de la Iglesia, su tarea evangelizadora y llegar a la gente de forma más clara. Una vez concluidos los pasos más participativos, ahora toca plasmar en un documento las propuestas, sintetizarlas y priorizar para luego reflejarlo en planes de pastoral y programaciones anuales en parroquias, congregaciones, colegios religiosos, asociaciones...Una labor que, como ya hemos señalado, acometerá ahora el obispo
Quizá resulte atrevido dar solo una pequeña pincelada de las más de 160 propuestas extraídas del Sínodo. Sin embargo, sabiendo que es imposible abarcar todas en este espacio, remarcaremos únicamente una decena, sin que ello signifique que sean las principales.
propuestas. La necesidad de preparar equipos de laicos comprometidos y dispuestos a asumir labores pastorales en las zonas rurales donde no hay ya suficientes sacerdotes; adaptar la liturgia a una mejor comprensión; potenciar los encuentros y actividades con jóvenes o asumir las nuevas formas de vida en familia, son algunas de las conclusiones del Sínodo. A estas se suma la creación de una sección de formación sociopolítica y fe cristiana en la Escuela de Teología; impulsar y dar a conocer el centro de orientación familiar; practicar el reciclaje en ámbitos eclesiales; fomentar las escuelas de padres ypriorizar el acompañamiento a enfermos, ancianos y personas vulnerables. También se considera conveniente promover celebraciones más vivas, dinámicas y participativas;activar el trabajo en red con otros agentes sociales y entre parroquias, e incrementar los contenidos informativos digitales.
El sendero está en marcha y muchos empiezan a percibir el éxito de haber caminado al unísono.