Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


García-Page en el laberinto sanchista

22/11/2023

Si Emiliano García-Page decidiera romper con el PSOE, el de Pedro Sánchez, y fundar una suerte de partido regionalista de Castilla-La Mancha posiblemente arrasaría en las próximas elecciones autonómicas: le votarían aún más personas del espectro conservador de las que hoy le votan, y son muchas, y se convertiría en un referente absoluto para ese flanco izquierdo deseoso de visualizar una socialdemocracia centrada en el proyecto constitucional, sin concesiones a los independentistas ni al populismo radical. Claro está que esta aventura tendría como antesala una ruptura con el sanchismo y una movilización de sectores del PSOE afines, más proclives a la línea felipista que a la zapaterista, por poner el asunto en su contexto histórico.  Sin embargo, Emiliano, por más que tenga una clara vocación castellanomanchega, no quiere que lo suyo se convierta en una aventura regional proyectada en plan regionalista ni tampoco quiere abandonar la órbita del PSOE, por más que cada día sea más notorio que es un verso suelto, en soledad, pero también, ojo, uno de los pocos baluartes de poder claro que le quedan al PSOE tras la debacle de las últimas elecciones autonómicas, las mismas que provocaron la sorpresiva convocatoria de elecciones generales por parte de Pedro Sánchez. La jugada finalmente le salió bien al recién investido.
La hipótesis de un García-Page rompiendo con el PSOE, absolutamente en el terreno de la política ficción, solamente es posible plantearla en un marco de crisis nacional como el que tenemos, con derivaciones totalmente imprevisibles, con un PSOE tensionado por las disposiciones sanchistas y con una calle que se calienta por momentos con manifestaciones masivas en las ciudades españolas en contra de la amnistía y el trato de privilegio de Pedro Sánchez con Cataluña, a cambio de los siete votos de los de Puigdemont, y con el País Vasco, que seguirá subiendo enteros en su ya evidente excepcionalidad fiscal, configurando ambas comunidades un entramado territorial que se moverá en parámetros casi confederales en sus relaciones con el Estado. 
La cosa es seria, el sanchismo vuelve a poner de nuevo al PSOE ante su encrucijada histórica: o ser un partido vertebrador de España, patriótico y social, o ser un salvoconducto que ampare bajo su paraguas protector a la izquierda más radical pero también a los independentistas de todo pelaje. No es la primera vez que ocurre ni  tampoco la primera vez que se tensionan las dos almas del partido aunque siempre ha terminado prevaleciendo la que, en los momentos críticos, ha buscado pactos, frentes o coaliciones con el auxilio de fuerzas independentistas. Por eso siempre ha habido un socialismo descontento que no ha terminado de encontrar su cauce en el PSOE, aunque tampoco se ha llegado nunca a organizar al margen del PSOE, ni siquiera a modo de corriente interna como si hicieron en su día otros. Baste recordar la corriente Izquierda Socialista que en la época de Felipe González representaba, sin salirse del partido, el ala más radical en los planteamientos sociales. Ahora hay voces que le piden a García-Page que promueva y encabece una corriente interna para aglutinar a los socialistas clásicos descontentos con Pedro Sánchez y sus pactos con el independentismo.
Otra opción, que como la de la ruptura, entra de lleno en la política ficción, aunque tal posibilidad cuenta con un inconveniente clarísimo: hoy el PSOE es una criatura política sojuzgada por Pedro Sánchez. Hoy el Comité Federal es un teatro de aplausos unánimes al líder, a diferencia de lo que ocurría en los tiempos de Felipe, en los que el liderazgo incuestionable se conjugaba con fuertes discusiones, a veces a cara de perro, en el sagrado Comité Federal, y también era posible la existencia de corriente internas muy articuladas como la mencionada Izquierda Socialista, si bien Alfonso Guerra ponía su punto con aquello de «quien se mueva no sale en la foto». De manera que el emilianismo parece de momento conformado sobre las declaraciones discrepantes del presidente de Castilla-La Mancha a la espera de acontecimientos futuros que podrían variar o no tal configuración. Sánchez nos ha vacunado de espanto a todos, ya nadie pone límites, absolutamente ninguno, a su temeridad política. Por eso, de lo que pase en el futuro, necesariamente cercano, puede depender lo que pueda hacer o no Emiliano García-Page.