«El servicio de Cercanías ya no es lo que era». Ésta es la afirmación que se repite de manera constante entre los miles de ciudadanos de Guadalajara que utilizan desde hace tiempo este medio de transporte para desplazarse diariamente a la comunidad madrileña por motivos laborales o de estudio. Los retrasos, las cancelaciones, las averías, los cambios de horario sin previo aviso o las paradas inesperadas son varios de los incidentes que han pasado de ser algo esporádico a convertirse en habitual.
María Arribas es una de las estudiantes alcarreñas que utiliza el tren de Cercanías de lunes a viernes para ir y venir hasta Alcalá de Henares, donde cursa su carrera universitaria. «Voy en tren porque es la mejor combinación que tengo para llegar a mi facultad», explica. Sin embargo, María confirma que el servicio «no funciona bien» y que son demasiadas las veces que «me ha tocado esperar bastante tiempo por culpa de los retrasos o cancelaciones». «Si tienes algo importante, tienes que coger mínimo tres trenes antes porque no te puedes arriesgar», afirma esta joven, quien comenta que los días de exámenes prefiere que sus padres la lleven en coche al campus de Alcalá.
Otro ejemplo ilustrativo del malestar que existe entre los usuarios de la Red de Cercanías es el de María Conde, una joven argentina que reside en la capital pero que trabaja en Alcalá de Henares desde 2019. «El deterioro de la línea ha sido progresivo y constante. La gente está muy quemada», afirma con rotundidad. «He llegado hasta tres horas tarde al trabajo por culpa de las cancelaciones, me quedé tirada», dice. Precisamente, su mala experiencia con el servicio ferroviario le hizo cambiar su anterior empleo en Madrid capital por el actual emplazado en la ciudad complutense «para acortar el trayecto».
El descontento con el servicio de Cercanías en los últimos años también está produciendo que muchos guadalajareños hayan buscado otras alternativas para llegar a la vecina comunidad madrileña, ya sea en autobús o compartiendo coches particulares. «Siempre he ido a Madrid en el Cercanías por distintos motivos: me pillaba mejor la combinación para llegar a la empresa, por la comodidad, por la puntualidad, porque evitaba los atascos... Pero ya me he cansado de sufrir retrasos, de tener que bajarme en Alcalá o en Azuqueca porque, sin previo aviso, el tren no llega hasta Guadalajara y hay que esperar al siguiente... De ésas podría contar un montón. Ya hace más de un año que me cambié al autobús», sostiene Marcos Martínez.
Los motivos
Pero, ¿cuáles son los motivos que han derivado en esta situación? Los propios trabajadores de la empresa, tanto de Adif como de Renfe, explican que la decadencia de la Red de Cercanías Madrid y, particularmente la línea C7 que llega hasta Guadalajara, es fruto de «un cúmulo de circunstancias». En primer lugar, aluden a una falta prolongada y general de inversiones y mantenimiento en las infraestructuras del servicio (vías, catenarias, instalaciones de seguridad, vehículos, etc.). «Los mecánicos muchas veces tiene que hacer de Macgyver porque no hay piezas. También el mantenimiento de las vías es horroroso: está todo lleno de hierbas, de maleza… Es una dejación total», comenta a modo de ejemplo Alfonso Celada, delegado del Sindicato Ferroviario de Guadalajara.
Por su parte, el responsable de CCOO Ferroviaro a nivel provincial, José Horna, hace mención al progresivo aumento de subcontratas para realizar tareas que antes hacían los empleados de la compañía pública, lo que ha derivado en una peor calidad del servicio. «El mantenimiento de los trenes y de muchas de las infraestructuras que antes hacían los trabajadores de Adif ahora lo llevan empresas externas cuyas licitaciones han sido muy a la baja para ahorrar costes y, claro, eso se acaba notando», argumenta. Además, este especialista en seguridad ferroviaria considera que «los gobiernos han centrado muchos esfuerzos en el AVE, que me parece genial, pero han abandonado la red convencional y el Cercanías que es lo más asequible y lo que los ciudadanos de a pie utilizan en su día a día».
La falta de personal y, sobre todo, de personal cualificado es el segundo de los grandes problemas que padece la red, según confirman los representantes sindicales de la provincia. «Cuando comencé a trabajar hace 44 años, había 800 interventores, ahora quedamos 80», lamenta Celada. «Hace unos años, Adif tenía en Guadalajara unos 100 trabajadores y ahora somos la mitad», detalla, por su parte, José Horna. Pero no sólo se ha producido un recorte generalizado en la plantilla de Cercanías, también ha habido una merma notable en lo que respecta la formación y preparación de los cargos de responsabilidad. «Antes, la gente del puesto de mando era la más capacitada, pasaban unos exámenes bastante duros, eran profesionales muy preparados, los mejores, y ahora no es así», asegura Celada, quien explica que esta realidad afecta también a la puntualidad y al buen funcionamiento de los trenes. «Los maquinistas están desesperados, la coordinación entre los puestos de mando y los maquinistas es horrorosa y, por tanto, entre los maquinistas y los interventores. Los maquinistas no tienen información porque la gestión y la coordinación es nefasta y están tan comprimidos que cuanto hay un fallo o retraso, no hay margen para subsanarlo y se van acumulando en cadena», relata el delegado del Sindicato Ferroviario de Guadalajara.
Algunas voces críticas también aseguran que el servicio de Cercanías se «está echando perder» intencionadamente con el propósito de justificar la entrada de capital extranjero en 2027, cuando está prevista la liberalización de estos servicios públicos (Cercanías y media distancia).
En todo caso, estos dos delegados sindicales del sector lamentan la progresiva decadencia de un medio de transporte que, tal y como recuerdan, "era ejemplar". "Hace 25 años, teníamos las mejores Cercanías de Europa, éramos infalibles, con una puntualidad superior al 95 por ciento. Pero desde 2008 fue empeorando y llevamos diez años con un deterioro total de todo", señala Alfonso Celada. "Teníamos una red de Cercanías que era modélica, nos envidiaba el resto del mundo, pero ya no es así. No podemos olvidar que es servicio público que habría que cuidar como la Sanidad o la Educación", concluye, de su lado, José Horna.