Sánchez dice una y otra vez, ya es un mantra, que va a acabar la legislatura y, desde luego, por él no quedará. Pero otra cosa, que a la postre puede cambiar lo primero, es lo de su Gobierno. Simple y llanamente está descompuesto y su cara B, la de la izquierda extremadita, es un puchero hirviendo con los garbanzos agitándose entre el escapar de los unos y el no cocerse los otros.
Podemos, que en su momento llegó a superar los 70 diputados, dejando rotos todos los registros habidos y por haber en ese campo, Anguita se quedó en el listón de los 20, consiguió el sueño dorado de llegar y mandar bastante en el Gobierno. Pero luego, pues eso y lo de siempre, como es hábito secular de la especie, peleas y purgas, comportamientos poco edificantes cuando no deleznables y creciente deterioro electoral. En las fotos de cúpula dirigente se fueron borrando uno tras otros todos hasta que de los padres fundadores no ha quedado ni una y el que aún se mantiene, aunque a la sombra y manda por delegación familiar, Pablo Iglesias, pide óbolos para ampliar su bar.
A las últimas elecciones aún fueron juntos. El Mesias ungió a Yolanda Díaz pero al minuto siguiente de las elecciones del 23-J, y aún antes, ya estaba encamada políticamente con quien vio que le convenía mas, Pedro Sánchez. Y desde entonces la cosa no ha hecho sino empeorar. Comenzó con la exclusión del Gobierno de todo el sector de Podemos y que estos se 'escindieran' del grupo parlamentario, cinco en principio que luego quedaron en cuatro tras la deserción de la Verstringe.
Ahora el cisco que tienen montado es a tres y puede que luego a más. Los de Iglesias ya han roto aguas definitivamente. La inquina a la traidora ha dado lugar a un odio adricano digno de Aníbal Barca. Los cuernos políticos duelen también una barbaridad. Los segundos en entrar el la pela son los de Izquierda Unida, mayormente los 'descendientes' del PCE ahora retornados al estalinismo dictatorial del proletariado, aunque de esos no queden ya ni para señal. Se han dado cuenta que seguir ahí les supone un suicidio electoral en las primeras urnas que lleguen y se ven obligados a marcar la distancia. Porque lo que también es ya una evidencia es que tanto Yolanda como todos sus ministrillos y el personal que mayormente tiene a su lado, provenientes de la facción un día montada y dirigida por el ahora innombrable Errejón, tienen claro que ellos se quedan con Sánchez y aún más, están a la espera de que el PSOE les abra las puertas de sus listas electorales. En Ferrraz, por lo civil o por lo militar, es donde van a acabar. Eso ha pasado ya más veces y ahora, mas pronto o mas tarde es lo que también sucederá.
Así que lo que fue Podemos, luego Sumar y ahora ya no se sabe muy bien el qué, no pierdan de vista a los de Compromis y otras hierbas similares, está en proceso de implosión y a la mecha ya le han arrimado candela.
El Gobierno está sentado encima de ese barril. La única costura que los sujeta es que ninguno quiere ahora elecciones. No la quiere aún, si no que las teme, Izquierda Unida y eso es lo que les contiene. Como tampoco los aliados exteriores de Sánchez, los separatistas catalanes, los vascos y los Bildus. Ellos son los más acérrimos partidarios de que siga en Moncloa. Ese es el exclusivo sostén de la legislatura. Pero si el Gobierno llega a una situación de tal confrontación interna que se produce la detonación la cosa puede cambiar de manera muy rápida.
Ojo también al frente judicial y lo que le ha llegado a la UCO de los WhatsApp que borró el Fiscal General. Vamos, que me parece que puede empezar a sonar, aunque sea con cierta sordina, algún tambor electoral. Pero de eso mejor hablamos la semana que viene.