Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Luto en Roma

27/04/2025

Grandísimo alboroto llena la Ciudad Eterna; no dejan de transmitir noticias y comentarios sobre el primer papa americano, que pasó al otro mundo con casi noventa años, basta ver el revuelo producido para que nos demos cuenta de la importancia de su pontificado. Cientos de miles, devotos, acudiendo a sus exequias, más de ciento treinta mandatarios: reyes, presidentes de gobierno, ministros del mundo entero.
Cristo era incómodo, fastidiaba a los dirigentes, tanto que lo hicieron torturar y matar, horrenda y vergonzosamente. La verdad es muy incómoda para quien lleva torcidas las riendas de un gobierno. Mucho se habla de este papa de la paz y del diálogo, de abrir el abrazo del cristianismo más allá de los creyentes, a todo el mundo, porque todos, también los ateos, son hijos amados por Dios y no es la espada lo que Jesús de Nazaret predicó. Algunos tradicionalistas estaban con él disgustados, porque abrió sus manos para acoger a todos, elevando a las mujeres a puestos más relevantes en el gobierno eclesiástico, dejando a los divorciados el sitio que el Dios del Amor les quiere dar también en la Iglesia y en el culto. Sorprendente, pues siendo más tradicionalistas, más deberían respetar la autoridad papal... Pero Jesucristo fue claro azote de tradiciones cuando estas traicionaban al Espíritu y se convertían en cadenas inútiles. Hay quienes se agarran más al culto y a los moldes sociales o culturales, eclesiales, que al mensaje de Jesús, convertido en actos, hechos de amor y luz. El amor rompe barreras y une, más allá de las fronteras y de las reglas. Los formalistas se agarran a la letra. Pero este papa quiso volver a la esencia radical del cristianismo, que es una religión amorosa, y declaró junto con el sínodo de obispos el abrazo a todos los esposos, también a los separados y divorciados, abriéndoles las puertas incluso a sacramentos que les parecían vetados: Amoris laetitia es un texto maravilloso y fundamental que ha de expandirse más entre quienes quieran ver la Alegría del amor, como indica su título. También la predilección por los pobres y los desprotegidos demostró -más allá de sus críticas y declaraciones sociales o políticas concretas- que tomaba la mano del Resucitado, caminando cerca de sus huellas, pues la idea de papas como monarcas absolutos, rodeados de lujo, agasajando a grandes o ricos no parece muy próxima al gran Galileo que fundó la Iglesia. Este primer papa jesuita, que defendía el cuidado de la naturaleza, parecía cercano al Nazareno, que gustaba meditar en el monte, entre las aves y flores, cuya belleza supera al esplendor de Salomón. Fueron ecologistas como Juan Pablo II y San Francisco de Asís (por quien tomó su pontificio nombre).
El papa Francisco ha sido clave para renovar el cristianismo devolviéndolo al Origen, libre, alegre, sin prejuicios.