Algunos historiadores hablaron de la ceguera de Homero, autor de la Iliada y la Odisea; pero, en la historia quedan reflejados muchos importantes personajes que llegaron a nacer ciegos o perder la vista y que destacaron en sus vidas y obras, tales como el organista Landini, en el siglo XIV que fuese el compositor más famoso de Italia; Galielo Galilei, físico toscano, astrónomo y matemático universal; Milton, autor del Pasaíso Perdido en el siglo XVII; el reconocido matemático Leonard Euler, autor del cálculo en el siglo XVIII; Luis Braille, en el XIX, inventor de la escritura Braille, fundamental en el Universo de la ceguera y Andrea Bocelli, el famoso compositor y tenor, pueden ser ejemplos de muchos que, sin vista, son el talento puro de mayor encomio y un ejemplo de resistencia y saber..
Pero quisiera hacer más hincapié todavía, en este artículo de reflexión, al dedicar una breve alusión al fotógrafo Evgen Bavcar, el hombre que retrata desde las tinieblas, el mismo que hizo su primera fotografía cuando ya estaba totalmente ciego en el año 1961, una tarde ventosa al oeste de Eslovaquia, por las razones que dirimieron ese momento, por el significado de su acción y por la entereza en demostrar que esa circunstancia no rompe ni elimina la capacidad de crear, sentir, provocar, hacer y seguir siendo útil, necesario y portentoso.
Según el diccionario etimológico Ablepsia es «ceguera o cualidad de no poder mirar», procedente del término griego del mismo nombre.
Y es que no tengo más remedio que resaltar a la Asociación Nacional ONCE, en su Delegación de Cuenca, por su constancia, su actividad incansable, su generosidad en la acción y sobre todo, sus grandes valores, como grupo en el que cada una de las personas, hombres y mujeres, que forman parte, son el ejemplo de la capacidad en el ejercicio de acción diaria, dando vida a la vida, y marcando en el colectivo social que son y serán, claves en el acontecer del ser humano. Ellos y ellas, me han hecho sentir –nunca piedad- sino fortaleza y grandeza, porque se reafirman en saber afrontar con la mayor dignidad la realidad que acontece entre sentimientos, trabajos, proyectos, ilusiones y deseos.
Javier Martínez Eslava, su director y gran parte de sus trabajadores, en especial Lucía Guijarro, permitieron que un servidor, enriqueciera su interior gracias a compartir durante un tiempo, parte del trabajo que, como humilde escritor, he realizado. Revivir la audición de mi última obra (audiolibro), dialogar sobre la historia presente, conmover el espíritu con el misterio, la trama y el sentimiento, son premisas que siguen haciendo grande la realidad humana. Gracias, por permitirlo.