Según el último informe de hábitos de lectura, el índice entre los jóvenes de entre 14 y 24 años está en el 75 por ciento, lo que los convierte en el sector de la población española que más lee en su tiempo libre. Parece ser, por tanto, que esa creencia de que los jóvenes no leen es completamente falsa. La gente joven lee, y lee mucho, y de una forma muy apasionada, además. Para mí no solo lo prueban las cifras, sino mi propia experiencia como escritora.
Cuando hablo de pasión por la lectura, me refiero a firmas que empiezan a las 18,00 horas y que ya congregan lectores en la fila a primera hora de la mañana. Hablo de libros llenos de pósits, subrayados y marcados, de amistades que surgen en las colas de las firmas y acaban convirtiéndose en clubs de lectura o en grupos de WhatsApp en los que luego se organizan quedadas (ya sea para ir a otras firmas, para hacer una lectura conjunta o simplemente para visitar una librería, descubrir las novedades y deleitarse con el maravilloso olor a libro nuevo). Hablo de lectoras que, con la única ilusión de ir a una firma, piden a sus padres que las lleven a una ciudad a horas de distancia (el otro día, en Alicante, vinieron a verme chicas de Mallorca, Castellón, Murcia e incluso Almería). Hablo también de las comunidades sobre libros que existen en las redes sociales. De Booktok e Bookstagram, esos rincones gigantes para amantes de la lectura en los que ya participan millones de usuarios. Lo que les cuento no es ninguna utopía. Ese segmento de la población que, por desgracia, sigue sufriendo el prejuicio de leer muy poco, en realidad lee así.
¿No les parece mágico? Qué importante es la lectura y qué fascinante es que los jóvenes no solo se vuelquen en disfrutar de los libros, sino también en compartir su pasión por ellos. Encienden chispas, quizá sin saberlo. Cada vez que uno de ellos publica una reseña de un libro en Instagram (en Bookstagram), cada vez que suben el vídeo de una firma a Tiktok (a Booktok), cada vez que una lectora pide a alguna de sus amigas no-lectoras que la acompañen a un evento literario, están sembrando semillas de nuevos lectores, que rápidamente caen en el hábito, y comienzan a leer no por obligación, no para superar un examen, sino solo por el mero placer de hacerlo. Siendo una pasión tan genuina, ¿cómo no va luego a perdurar en el tiempo?
La lectura no solo emociona, también forma. Enseña a imaginar, a pensar y a argumentar. Enriquece el vocabulario, abre la mente, desarrolla la empatía, explora horizontes. Cuando se lee con esa pasión arrolladora, no solo se está disfrutando de una historia; también se está construyendo un futuro. A través de los libros, uno puede llegar a conocerse mejor a sí mismo, al descubrir a personajes en los que se ve reflejado, que tienen los mismos problemas e inseguridades que él. En una etapa tan difícil como es la adolescencia, en la que uno no sabe hacia dónde se dirige, ¿qué mejor refugio que una buena novela? Me atrevería a decir, hablando también en nombre de mis compañeros de profesión, que es una de las cosas que más nos emociona en las firmas; esos momentos en los que un lector se acerca para hablarte de lo mucho que se ha identificado con uno de tus personajes son mágicos. Que otros encuentren cierto confort en lo que escribes te llena irremediablemente el corazón. A mí siempre me hace pensar: «Escribo justo para esto».
A las puertas del 23 de abril, Día del Libro, Sant Jordi, y con esta fecha destacada continúa la avalancha de ferias del libro en España, en las que cientos de lectores -entre ellos, muchos jóvenes- tomarán las calles. Les invito a salir, a hojear los libros, a olerlos, comprarlos y llevarlos a casa para disfrutar de una buena lectura, y a pasearse por las filas de las firmas de libros, donde podrán ver con sus propios ojos que la pasión por la literatura no ha muerto con la gente joven. Al contrario. Está viva, latente, en cada joven que se va a dormir ansiando poder leer otro capítulo más, en cada amistad que surge en las firmas, en cada «tía, tienes que leerte este libro» que se oyen en los intercambios de clase, en cada hora de espera frente a una caseta, en cada excursión en coche, en cada gritito de emoción provocado por un libro, en cada pósit, en cada línea subrayada, en cada frase que se comparte en TikTok. En cada feria del libro y en cada 23 de abril.
En cada chispa.
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