La política es servicio a los ciudadanos y no servirse de los ciudadanos, utilizarlos para alcanzar los intereses del partido o los personales. Pero si uno ve lo que está pasando, escucha lo que dicen los políticos sobre la tragedia de Valencia -y sobre casi todo, pero eso no es objeto de este artículo- descubre que todos dicen ahora lo que no dijeron -que avisaron del peligro, que ofrecieron ayuda, que la pidieron- y ninguno dijo lo que de verdad dijo ni hizo lo que de verdad hizo. Unos y otros contribuyen al descrédito institucional y a la hartura de la gente. No siempre es la ultraderecha; muchas veces es el hastío y el dolor de sentirse desamparados.
Lo importante ahora para muchos políticos de todas las ideologías es construir "un relato" para convencer a los ciudadanos de que la culpa es del otro, de los otros. Al PSOE y al Gobierno les interesa poner el foco en Mazón como único responsable -y cuanto más se mantenga en el poder, mejor para ellos-, y en que es el Gobierno el que da el dinero -el nuestro, el de nuestros impuestos y el de los bancos, no el suyo- para la reconstrucción de lo destruido por la riada. A los otros, les interesa poner el objetivo en la dejación de funciones del Gobierno y mucho menos en los errores y en la incompetencia propia.
Ni una actuación rápida de la Generalitat habría sido capaz de evitar la DANA ni las obras en la zona siniestrada, que se aprobaron y no se ejecutaron conscientemente en quince años, lo hubieran logrado. Pero a estas horas, la cifra de muertos y de daños sería mucho menor si cualquiera de ellos hubiera hecho lo que debía. Ralentizar el envío de ayuda, esconder la emergencia nacional y eludir las responsabilidades ha traído como consecuencia no sola la muerte y la destrucción, sino también el caos en el que todavía viven cientos de miles de valencianos. La mentira no sólo está en las redes, está en el centro de la política y daña cualquier intento de analizar los hechos.
"El único activismo legítimo del periodismo es la verdad y no podemos abjurar de nuestra misión de defender los dos pilares fundamentales de toda democracia liberal: la verdad y la libertad". Lo dice el periodista y Premio Princesa de Asturias 2022, Adam Michnik. Pero si uno lee un periódico y otro, escucha una emisora de radio y otra, ve un informativo de televisión y otro, puede acabar pensando que vive en dos países diferentes.
No hay periodismo independiente, sólo periodismo subjetivo, pero no debe haber un periodismo al servicio preferente de los intereses políticos de un partido o de un Gobierno, sea de la ideología que sea o un periodismo que, como hacen los políticos, retuerce la verdad, ignora la realidad y no está al servicio de sus lectores sino al de quien le paga, le protege o le ampara. O al que ese medio apoya y defiende. Los partidos como empresas privadas que mantenemos todos. Algunos medios como herramienta del poder.
No hay hechos objetivos, hay "relatos". No hay verdades, hay argumentarios. Los políticos en los últimos tiempos han optado por disfrazar la realidad y crear una historia paralela que acaba por enterrar la historia real. El periodismo, los medios, los periodistas no deberíamos caer en esa trampa y, mucho menos, convertirnos en cómplices necesarios del crimen. Sea del color que sea.