Carlos Rodrigo

Entre columnas

Carlos Rodrigo


Toledo (o)culto

27/01/2025

Seguramente el origen del Arte y de la Cultura fueron las grandes preguntas de la humanidad. 
El tratar de palpar con nuestras manos indagadoras, temblorosas y mortales la membrana rugosa de una cueva rupestre en Puente Viesgo. 
El tratar de atreverse a sentir y trascender desde nuestro tangible, a veces hermoso, a veces doloroso, demasiadas veces (quizá por nuestro innato egoísmo) demoledor e insuficiente más acá, ese más allá que nos inquieta, fascina, atormenta, al que valiente y legítimamente inquirimos, aunque nos sea desdeñosa e implacablemente esquivo.
Ese inabarcable más allá al que desafiamos para tratarlo de aprender y aprehender a través de la palabra, la música, la pintura, la escultura, la arquitectura… de cualquier Arte que nos dé boleto a rozar los dedos de lo inexplicable, a sustraernos de nuestra ilimitada imperfección. 
Esa maravillosa vulnerabilidad nuestra que paradójicamente es capaz, a través de nuestras obras, de pergeñar libros, cuadros, estancias… que sí permanecen con vigor de eterno privilegio.
Esa «Ocultura», partícipe en mayor o menor medida en el acto creador, hermoso e inteligentísimo neologismo liberador de tanto inevitable prejuicio acuñado por Javier Sierra, que trasiega y siega por las mentes y campos complementarios, mutuamente enriquecedores y seductores, de lo oculto y de lo cultivado. 
Una invitación al diálogo, de esa penetrante y hermosa lectura, solo para valientes, que solo otorga una doble mirada que se atreva a viajar, a transitar, más allá de lo obvio. 
Una doble mirada que combine el terreno cultivado con ese otro, solo yermo para mentes legítimamente conformistas, que apenas podemos atisbar o proyectar. Engatillando esa arma prodigiosa de doble filo que es nuestro pensamiento escrutador, cuando pretendemos arar con nuestras humildes, pero dignísimas azadas, el vastísimo campo, ya para nunca baldío, de lo desconocido y lo inexplicable. 
Ese inextricable campo que alimenta nuestra creatividad, nuestras ansias de conocimiento, de cuestionar y, por qué no decirlo, nuestras Ilusiones, incluso nuestras esperanzas.
Este sábado en Toledo, sobre estas premisas, se ha celebrado la didáctica y entretenidísima 'I Jornada del Misterio', con la presencia de primeros espadas como Javier Sierra y Clara Tahoces. 
Se ha combinado erudición y libros, testimonios y anécdotas, estudios y tecnología, amigos y conocidos, buen ambiente y camaradería, rutas turísticas y amabilísima profesionalidad. 
En el marco de un Toledo que, además de ser enclave histórico fuera de toda duda, se está convirtiendo en un referente nacional, con una programación y una oferta cultural (y ocultural) abierta y plural de primera línea.
Toledo vive un momento de florecimiento artístico que tiene como horizonte el ilusionante objetivo de la capitalidad cultural europea 2031. Un fin a corto/medio plazo que debe servir de faro aglutinador y promocional de creadores propios y foráneos bajo el paraguas de una «Marca Toledo» que la visibilicen dentro, pero sobre todo fuera de Toledo.
Enhorabuena a los promotores de un evento, especialmente a los tan divertidos como profesionales trabajadores de Rutas de Toledo, que ha venido para quedarse, y a la sensibilidad de las instituciones públicas y privadas que lo han apoyado. Sigamos. 

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