Si en las próximas elecciones autonómicas en la Comunidad Valenciana el Partido Popular quiere volver a ser la fuerza política más votada, Núñez Feijóo está tardando en exigir la renuncia de Carlos Mazón.
Por iniciativa propia, el señalado por la mayor acumulación de incompetencia vista en los últimos tiempos debería dar un paso al lado, anunciando ya su dimisión y poniéndola fecha así que concluyan las tareas más urgentes en la gestión de la catástrofe. La idea de mantenerse en el cargo solo favorece al Partido Socialista, que se ha ofrecido a aprobar los presupuestos regionales en el cálculo de que siga Mazón para mejor rematarle políticamente cuando les convenga. El PP valenciano no tiene mayoría en el Parlamento autonómico -Mazón fue elegido con los votos de Vox, partido hoy apeado de la coalición- pero, llegado el caso, sí los populares proponen a otro candidato miembro del partido para sustituir a Mazón, se lo pensarán dos veces antes de votar en contra abriendo paso a los socialistas.
Lo sucedido en Valencia ha dejado al descubierto no solo incompetencias, también deslealtades fruto de cálculos políticos. Todo el que no esté cegado por el sectarismo ha podido ver cómo en las primeras horas de la riada, cuando el tsunami ya había provocado varias decenas de muertos, Pedro Sánchez, al frente del Gobierno de la Nación, se mantuvo a la expectativa "ofreciendo ayuda" en vez de enviarla sin esperar a que un desbordado Mazón la solicitara: la UME y, con ella, el resto de los efectivos del ejército que fueran necesarios que, de haberse incorporado desde temprana hora -no dos días después- hubieran contribuido a disminuir el desastre.
Mazón se ha quemado y con él dos de las penosas consejeras a las que toda España ha podido ver como titulares de una incompetencia rayana en la inepcia. Que Pedro Sánchez siga y que Fernando Grande Marlaska, titular de Interior, el ministerio llamado a gestionar la crisis de haber sido decretado el estado de urgencia o de alarma se haya puesto de perfil, no deja de ser otra de las conductas que revelan el grado de degradación de los principios éticos que en una democracia deberían constituir la guía de los políticos. Así que se sequen las calles de las poblaciones arrasadas Mazón no debería seguir, pero debería marcharse acompañado de unos cuantos, tan o igual de responsables de una gestión calamitosa tanto en Valencia como desde Madrid.