El alcalde de Ciudad Real, Francisco Cañizares, rompió hace ahora una semana el pacto que tenía con Vox en el ayuntamiento de Ciudad Real. Ha dejado en suspenso definitivo el acuerdo que Chamorro amagaba con dinamitar. En realidad, esto ha sido una partida de mus donde uno envidó, el otro lo hizo más y terminó viéndose un órdago que se fue gestando durante cuatro días. Pasado el tiempo, el alcalde no ha perdido la figura ni la postura. Podría ser el hombre tranquilo de John Ford, pero es en cambio un político al que le encanta la normalidad y disfruta con el anonimato. Ha podido salir esta última semana en todas las televisiones que hubiera querido y, sin embargo, ha preferido evitarlo. Él tenía un problema en Ciudad Real y se ha limitado a solucionarlo. No quería más proyecciones.
Sin embargo, se ha convertido en un referente para todos aquellos que consideran que el PP debe romper cualquier tipo de pacto o relación con Vox. El motivo, bien es cierto, que podría parecer secundario. Unas mandalas sobre familias que se repartían en las escuelas. En cambio, han bastado para que saltasen por los aires todas las reglas que hasta ahora habían sujetado la legislatura en Ciudad Real. Cañizares ha dado un paso adelante que lo puede erigir en algo que no estaba previsto. Sin embargo, él es humilde, de paciencia franciscana y huye del oropel. Está a gusto entre amigos, como uno más, sin que su condición de alcalde se interponga con el resto del mundo.
De todos los perfiles posibles, a mí siempre me interesa el personal, pues suele definir mejor que otros al personaje y sobre todo, al hombre. Cañizares es discreto, sincero, humilde. Junto a Gema, su esposa inseparable, adoptaron hace unos años a Carmen, una niña maravillosa que tiene cierto grado de discapacidad. Esto ya en sí define un perfil y una manera de ser. Cuando me enteré de su historia, quedé admirado porque hay que tener una gran capacidad de entrega, sacrificio y amor para lanzarse a una aventura de vida tan tremenda. No tengo la más mínima duda de que fue su mejor elección. A partir de ahí, se explica también la distancia, desapasionamiento o flema con la que observa, juzga y explica lo que sucede en su entorno. Sabe lo que son las cosas verdaderamente importantes.
Ahora ha dado ese paso que sólo el tiempo determinará dónde le conduce. Puede que haya acertado en un primer momento, pero luego en esto, la vida y la política son muy largas. Se ha quedado en minoría, pero tranquilo. Ahora su cintura política deberá zimbrear mucho más, pues puede que necesite el apoyo de los socialistas puntualmente. En realidad, su secreto reside en el discreto encanto de la sonrisa.