La italiana Paola Cortellesi es una actriz muy querida y valorada de su país y ha estado nominada hasta en siete ocasiones a los premios David Di Donatello (como los Goya españoles). Ahora debuta como directora en Siempre nos quedará mañana, una comedia costumbrista que ha sido la película más taquillera en Italia desde la pandemia.
Su película recuerda a las mujeres humildes luchadoras y valientes, la generación de nuestras abuelas, que lo tuvieron realmente complicado. ¿Pretendía rendirles un homenaje o tenía más intenciones?
Sin duda esta película supone un homenaje a todas las mujeres que construyeron el tejido social de nuestro país, mujeres que no pasarán a la historia, que nadie las va a recordar, porque se las educó para obedecer, para estar en una posición subalterna, sufrieran o no violencia doméstica. Pero, realmente, me involucré en esta película para tratar un tema contemporáneo que está conectado con el pasado.
¿Cómo surge este relato? ¿Es de historias orales que les contaron familiares o de la investigación y reflexión de esa época?
Es una historia inventada pero tiene sus raíces en una emergencia que tenemos en Italia que es que se cumple un feminicidio cada 72 horas y suele ser el final de una historia física y psicológica. Es lo que quería reflejar cuando este tema se vivía como algo normal. Cuando los coguionistas empezamos a escribir esta historia quisimos reflejar también lo que es una relación tóxica a día de hoy; las dinámicas son las mismas: aislar a la víctima, denigrarla y abuso de poder de cualquier forma. Esto sucedía antes y ahora.
Su personaje de Delia es un papel bombón, ¿tuvo claro siempre que lo debía interpretar usted?
Lo estuve reflexionando, porque al principio tenía dudas sobre tener los dos roles: de directora y protagonista ta. Pero también era una película complicada de presentar a los productores, a priori no era una promesa de éxito: hablaba de violencia en el hogar, era una producción de época. Finalmente, decidí ser la protagonista porque podía ser un reclamo para los espectadores.
La película está rodada en blanco y negro, los personajes recuerdan al neorrealismo italiano pero, su película, hace reír y llorar a partes iguales. ¿Fue difícil escribir y rodar así?
Para mí resultó de la forma más normal, me encanta la comedia italiana de Luigi Comencini, las de Vittorio Scola, con los que yo me formé. Estos directores contaban las cosas más feas de nuestra sociedad pero lo hacían con toque de humor, con sarcasmo. Yo creo que el humor es mi manera de comunicarme y de ser guionista y actriz, y esto favorece que la cinta se pueda ver, que el espectador pueda contemplar con un poco más de ligereza, pero igual reflexión, esta historia. Porque si hubiéramos contado el relato con la dureza que entraña quizás lo hubieran rechazado más.