Un 'gigante' de La Mancha en plena Campiña

Belén Monge Ranz
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En el paraje del Montecillo luce un molino manchego que, aunque temporalmente sin aspas y eje debido a una fortísima tormenta, es el símbolo indiscutible del municipio campiñero

Aún sin aspas ahora, el molino manchego de Viñuelas se erige como el símbolo indiscutible del municipio campiñero. - Foto: Javier Pozo

Los molinos que inspiraron a Miguel de Cervantes no solo se asientan en tierras manchegas. En la pequeña localidad campiñera de Viñuelas, situada a 27 kilómetros de Guadalajara capital y a 55 de Madrid, en el despejado paraje del Montecillo, se erige uno de esos 'gigantes' a los que se enfrentó el caballero de la triste figura en la obra magistral de Miguel de Cervantes.   

En este pueblo eminentemente agrícola, con parajes excepcionales, se enmarca el icono por excelencia del municipio, su molino manchego. Y si bien hace algo más de un año lucía colosal, hoy brilla con algo menos luz propia, a raíz de que hace justo un año, una fortísima tormenta acompañada de intensas rachas de viento partiera de nuevo las aspas del 'gigante' de Viñuelas.

Hoy, el caballero Don Quijote al que se alude en la inmortal obra de Cervantes no podría arremeter contra este prodigioso 'gigante' mutilado por no llamarle tanto su atención. Pero si bien estos ingenios mecánicos de viento datan nada más y nada menos que del siglo XVI, los orígenes del molino viñuelense son inciertos. Los primeros datos que se poseen son del siglo XIX y su uso no es ya el de moler grano, aunque sí conforma un atractivo turístico más de esta comarca.

Aún sin aspas ahora, el molino manchego de Viñuelas se erige como el símbolo indiscutible del municipio campiñero. Aún sin aspas ahora, el molino manchego de Viñuelas se erige como el símbolo indiscutible del municipio campiñero. - Foto: Javier PozoEste emblemático punto del municipio, al que van a pasear a diario los viñuelenses, es, además, parada fija de senderistas y curiosos que descansan aquí para tomar el bocadillo o hacerse un selfi a la caída del sol. Y hay hasta quien ha celebrado ahí su propia boda.  

Solo cabe esperar a que finalmente el 'gigante' recupere sus brazos y vuelva a mostrar la silueta que lucía hace algo más de doce meses. 

Su ubicación no es algo aleatorio. Se trata de un lugar estratégico donde sopla con fuerza el viento. Y si bien la postal que se divisa desde cualquier punto de Viñuelas es la de este majestuoso molino ataviado de blanco, sus origenes fueron de canto rodado y cal. 

Su abandono durante muchos, muchos años, motivó que cuando se decidió reconstruirlo, hubiera que partir casi de cero, edificando  sobre los cimientos y las ruinas de canto rodado que existían en el mismo paraje, a poco más de un kilómetro al sur del casco urbano. El elevado coste de la piedra cuando apenas quedaba nada motivó que se optara por sustituir este material por cemento blanco.   

Parece ser que fue a parar a manos del capitán del cuerpo de veterinaria del Ejército, Don Juan Medina Carrasco, condecorado por las encomiendas de Carlos III e Isabel la Católoca. Tenía una casa de juego donde se jugaban grandes cantidades de dinero y todo apunta a que en una de las partidas ganó el molino y la finca del Montecillo al anterior propietaro. Medina poseía caballos y el 'tío Rincón', como se le conocía en Viñuelas, se los paseaba y el sería quien cuidara de esta edificación hasta su venta al hijo político de Don Juan, llamado Juan Rues, quien, en 1885 lo vendería al pueblo. 

En el 2005, gracias a los fondos de la Asociación de Desarrollo de la Campiña, el molino se volvía a levantar. La noticia entusiasmó al pueblo, que observó con entusiasmo com o resurgía poco a poco, aunque con un estilo diferente y algo más pequeño, muy similar a los de Campo de Criptana (Ciudad Real).

Hoy es, sin duda, uno de los símbolos más apreciados por los habitantes de este pequeño municipio de menos de 200 habitantes, ubicado en un paraje desde el que se atisba todo el valle del Torote y sus pueblos cercanos. Y si tienes suerte, aunque suele estar cerrado, tal vez puedas visitar su interior, donde hay un espacio museístico con aperos de labranza cedidos por sus vecinos. 

Viñuelas es, además, una localidad aclamada por poetas. En un lugar de este pueblo / de cuyo nombre sí hemos querido acordarnos / no ha mucho tiempo / existió un molino de viento. / Nadie de esta generación aquel molino conoció, / sólo ruinosos cimientos y un trozo de gruesa y alta pared, / de cal y canto su construcción, / que a las lluvias y a los vientos resistió. Son las primeras estrofas de la bonita copla que su vecino Lorenzo Ortega dedicó al molino su pueblo, cuyos campos dorados en esta época del año descubren una tierra fértil desde la que se llega a apreciar, a lo lejos, la Sierra Norte y sobresaliendo, su Pico del Ocejón.