Entre aliagas y retamas

Fernando López Herencia
-

Hay plantas que esconden muchas especies de insectos, aves y mamíferos

Entre aliagas y retamas

Poco llaman la atención unas plantas como las aliagas que crecen en terrenos baldíos o de escaso valor agrícola, generalmente muy pedregosos y duros, donde caminar entre ellos requiere una cierta practica ya que pinchan como demonios. Debemos entrarlas de forma que se deslicen por el pantalón sin que la punta de sus espinas se quede con nosotros. No es es fácil por la altura que alcanzan y que a veces nos llegan a la cintura, así como por la espesura que suelen tener. Muchas veces nos encontramos con algunas secas, lo que dificulta nuestro paso y más si están mezcladas con retamas que suelen tener ramas muertas cruzadas por el suelo entre ellas.

 Ahora las aliagas  están en plena floración y es una ocasión única para ver el amarillo intenso de sus flores que adornan y embellecen las laderas de muchos montes y cerros suavizando su mala fama por los pinchazos. Es una buena ocasión para fotografiar sus flores y su fauna.

Es poco frecuente que nos internemos en los aliagares por sus pinchazos. Sin embargo entre estas plantas está el refugio ideal de los conejos y perdices. Se puede encontrar un nutrido número de especies de insectos, aves y mamíferos que sorprenderán a quien permanezca un tiempo en ellos, sobre todo si elegimos un lugar donde pasemos desapercibidos. En estos casos siempre es bueno llevar una ropa que no llame la atención para mimetizarnos con el entorno. Quedaremos gratamente sorprendidos por la abundancia de vida silvestre que se mostrará ante nosotros, pues al ser plantas de poca altura abarcaremos una amplia panorámica con la cámara y prismáticos. Si además cerca tenemos siembras, ahora verdes y no muy crecidas, cualquier animal que se mueva por ellas lo veremos fácilmente. Tambián pasa si hay  monte de encinas y quejigos. El éxito de nuestra salida al campo en cuanto a observaciones está prácticamente asegurado.

Por estas fechas si nos colocamos al amanecer o a media tarde, a favor del viento, y lo más silencioso posible, pasado no mucho tiempo y como si surgiera de la misma tierra, aparecerá algún corzo, bien un macho solitario o acompañado de una hembra, a veces con la cría del año anterior. No es de extrañar que se ponga a poca distancia de nosotros si además de las aliagas estamos a cubierto con algún otro arbusto o retama sin que se percate de nuestra presencia el solitario zorro, que regresa a su refugio después de sus correrías nocturnas o que sale al atardecer. Incluso el escurridizo tejón y los jabalíes, que a veces usan las zonas más espesas para encamarse durante el día, donde sentirse seguros si el lugar es apartado y algún pequeño gazapo que ya corretea fuera de la madriguera.

A  lo largo de este mes terminan de llegar todas las aves estivales por lo que desde nuestra posición será fácil observar algunas como el cuco. Pasarán el esquivo y elescaso alcotán, que no conviene confundir con el cernícalo. Aparecerán los primeros grupos de abejarucos y constantemente el vuelo de otras muchas nosmantendrán alerta. Como con el águila calzada y culebrera, recién llegados de África, las tres especies de aguilucho (cenizo, pálido y lagunero) que hacen el nido en el suelo y sobrevuelan a poca altura los campos en busca de insectos y roedores, además de otras aves.

Tambián hay aves típicas de este matorral, difíciles de ver fuera de él como la pequeña curruca rabilarga, la mirlona, cabecinegra y tomillera que buscan insectos, larvas y arañas sin cesar, o la tarabilla común y las collalbas. Todo este pequeño mundo está amenizado con el canto más primaveral de todos: el del ruiseñor.Se puede oír desde algún soto o zarzal cercano. Es una buena oportunidad en plena floración para desde nuestro puesto conseguir fotos con un buen objetivo al estar inmersos e invisibles entre aliagas y retamas.