Editorial

Sánchez desprecia al Congreso con el incremento del gasto en defensa

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No comparecer es la fórmula del PSOE para tratar de atenuar el desgaste. Acuciado por una oposición sin ánimo de hacer concesión alguna al sanchismo, se esfuerza en esquivar los golpes procedentes del fuego amigo, el que más delata su debilidad, representado principalmente por sus aliados de Sumar. Lo hace desde una trinchera con cada vez menos integrantes que, bajándose del barco, han mermado la capacidad del Gobierno. No entra en los cálculos de Pedro Sánchez encajar una nueva derrota parlamentaria, menos cuando compromete su reputación internacional.

Incapaz de llegar a acuerdos y de reclamar sin subterfugios el apoyo del principal partido de la oposición, no duda en hurtar el debate en torno a un tema capital como la inversión en defensa al resto del arco parlamentario y, por extensión, a los españoles. Normaliza la unilateralidad como ritual. De espaldas al Congreso, Pedro Sánchez también elude discutir sobre los Presupuestos en una carrera hacia adelante con la única meta de agotar la legislatura.

Este martes, primera jornada de luto oficial por la muerte del papa Francisco, Sánchez anunciaba el incremento del gasto en defensa hasta un 2% del Producto Interior Bruto (PIB) en 2025. Un porcentaje que se traduce en cerca de 10.500 millones de euros para cumplir con un compromiso expresado por los países de la OTAN hace poco más de una década, cuando en España gobernaba el PP de Mariano Rajoy. La inversión se enmarca dentro del Plan de Desarrollo Industrial y Tecnológico de Defensa que se remitirá hoy a Bruselas para su estudio por la OTAN y la UE. Un salto desde el 1,4% de gasto actual hasta el citado 2%. Sánchez se ha apresurado en garantizar que esta inyección en materia de defensa no compromete los fondos destinados a política social ni se sufragarán a base de impuestos, sino que vendrá de fondos europeos y por la reorientación de partidas presupuestarias.

La medida se ve enturbiada más por el cómo, la forma, que por el fondo. Hacer prosperar por la vía rápida, una medida que precisa de consenso y transparencia, que tendría que encontrar al PP como valedor, es alimento para descreídos. Debería asumir el PSOE los efectos colaterales de crear un gobierno a retazos, en franca debilidad, y los riesgos de mantenerse en el poder pendiendo de un hilo. Si uno ha hecho de la inferioridad numérica virtud, negar el debate no es el mejor ejercicio de coherencia. Otra cuestión, el fondo, es el habitual e histórico rechazo de los partidos a la izquierda del PSOE que han elevado a categoría de tabú todo lo que tenga que ver con gasto en defensa blandiendo la populista bandera del antimilitarismo. Una oposición que refleja su inmovilismo para aceptar que episodios como la invasión de Ucrania, la voracidad de Rusia o un escenario internacional tensionado por la reaparición de Trump son puntos de inflexión que exigen de nuevas estrategias y no de postulados obsoletos que no evolucionan al compás de los tiempos.