En El filo de la navaja, la novela más popular de William Somerset Maugham, un expiloto de la Primera Guerra Mundial decide recorrer el mundo en un largo viaje que durará 10 años en busca de su yo interior. El trayecto que le aguarda a Pedro Sánchez en esta nueva legislatura será de duración incierta pero de una complejidad extrema. En su caso, también puede afirmarse que caminará permanentemente en el filo de la navaja por sus cesiones al independentismo catalán y vasco para que le abriesen la puerta de la Moncloa.
Tras la tormenta de la investidura no vendrá la calma. Por delante, el líder socialista tendrá la dura tarea de cumplir con todas las promesas a las que se ha comprometido en estas últimas semanas, incluida la polémica ley de amnistía que ha generado un enorme rechazo social, político y judicial en España.
Especialmente, tendrá que hilar muy fino con el independentismo catalán de Junts y ERC, que no desaprovechan ocasión para recordarle, a cada paso, que ellos tienen potestad para poner la palabra «fin» a la actual legislatura cuando les plazca. Y un día después de su toma de posesión ya pusieron encima de la mesa el referéndum de autodeterminación en su lista de reivindicaciones.
Hace poco más de dos meses, antes de las elecciones, la amnistía era una línea roja imposible de cruzar para el socialismo. Pero Pedro Sánchez la atravesó sin complejos cuando vio que era imprescindible para renovar su mandato. ¿La autodeterminación será ahora otra línea roja o todo dependerá de una cuestión puramente utilitarista?
El movimiento independentista catalán no va a ser el único en marcar territorio. También el secesionismo vasco que encarna Bildu junto a los nacionalistas del PNV, que han dicho ya que los próximos pasos tienen que darse en dirección al reconocimiento del País Vasco como una nación. «Hay que abrir el debate, ver a dónde estamos dispuestos a llegar en el acuerdo y ya veremos qué instrumento o basamento legal se le puede dar a la voluntad mayoritaria», sostuvo el portavoz del grupo abertzale, Oskar Matute.
«Si quiere que la legislatura avance, será necesario que en Cataluña pasen cosas y que se culmine el acuerdo que cambie la Historia», le recordó la portavoz de Junts, Míriam Nogueras, en la primera sesión de investidura mientras lo miraba con el poder que da sentir que tienes todos los triunfos en la mano. «Con Junts no pruebe de tentar la suerte, porque no le funcionará», fue su advertencia.
En el coro de avisos que resuena de forma constante en los oídos del presidente también está la voz de ERC. Por segunda vez consecutiva, Esquerra permitirá que Pedro Sánchez sea el jefe del Ejecutivo español. Lo hizo hace cuatro años a cambio de abrir una mesa de diálogo entre la Generalitat y la Moncloa, y lo ha repetido ahora pactando una ley de amnistía, el traspaso de Cercanías y la condonación de 15.000 millones de la deuda catalana. Pero tampoco se fían. «No es que no le tengamos fe, sino que le tenemos memoria», apuntó en su habitual tono irónico sobre Pedro Sánchez el portavoz de esta formación, Gabriel Rufián. «No tiene otras alternativas, por lo tanto no se la juegue», le lanzó en un claro aviso a navegantes.
Sin ninguna duda, al PSOE, que cuenta una mayoría absoluta de 179 diputados gracias al apoyo de Sumar, ERC, Junts, PNV, EH-Bildu, Coalición Canaria y BNG, le aguarda un duro recorrido. Sellar la mayoría de esos apoyos fue un proceso largo que desembocó en concesiones económicas y en el perdón de los delitos realizados durante el procés. Al nacionalismo no se le escapa que lo tiene contra las cuerdas y sin duda lo exprimirá a fondo convirtiendo la legislatura en una montaña rusa.
Sánchez es rehén de sus compromisos. Lo sabe bien el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, que aseveró que a lo largo de esta nueva etapa los socialistas deberán cumplir «todo lo pactado». Una referencia clara a los incumplimientos del pasado mandato, en un escenario que Ortuzar no está dispuesto a repetir.
«Deben ser valientes y asumir los compromisos que han firmado, porque si ellos no lo hacen nosotros tampoco cumpliremos los nuestros», aseguró el dirigente jeltzale, quien avisó que, de no ser así, la vida de esta nueva legislatura «será muy corta».
La amnistía perseguirá al líder socialista de forma constante. Es un asunto incómodo porque tiene que defender lo contrario de lo que afirmó hasta las elecciones de julio. De hecho, en la primera sesión del debate de investidura esperó hasta el minuto 85 para nombrarla por primera vez y con la boca pequeña. El elefante en la habitación sobre el que Sánchez quiere pasar página será una de las piedras angulares de su nueva etapa en el Gobierno. «Las circunstancias son las que son, y hay que hacer de la necesidad virtud», razonó para justificar el utilitarismo de una medida meramente transaccional que rechaza, según las encuestas, el 72 por ciento de los españoles.
Rebelión judicial
La rebelión judicial por el lawfare pactado con Junts es otro fuego candente. El acuerdo habilita que este tipo de causas se aborden en comisiones de investigación en el Congreso. El mundo de la Justicia salió en tromba (y sigue movilizado) contra esta concesión. Jueces, fiscales, abogados del Estado o notarios emitieron un rosario de comunicados para rechazar tajantemente esta acusación así como el control parlamentario de la acción judicial. En un movimiento inaudito, todas las asociaciones de jueces y fiscales -tanto conservadoras como progresistas- se pronunciaron contra la posibilidad de que comisiones de investigaciones parlamentarias puedan revisar las decisiones judiciales en busca de supuestos casos de lawfare, pudiendo derivarse «consecuencias» para los togados, que podrían ir desde penales a disciplinarias.
La movilización en la calle es otro frente abierto que no parece que vaya a cicatrizar. Las concentraciones de protesta ante Ferraz se suceden desde hace más de dos semanas con tensión creciente y las manifestaciones convocadas por la oposición han tenido una respuesta masiva.
En casa también bajan las aguas revueltas para Sánchez. El apartheid de Podemos del nuevo Ejecutivo y la negativa a mantener a Irene Montero en Igualdad, es otro frente que tiene activo. Se encargó de recordárselo días atrás el líder en la sombra de la formación morada, Pablo Iglesias, al advertir que Podemos abre un periodo en el que se va a «distinguir» claramente de Sumar, incluso sin atenerse a la disciplina de voto del grupo.
Sin duda, parece que, más que nunca, Sánchez tendrá que sacar su Manual de Resistencia para caminar por el filo de la navaja.