El conflicto en Ucrania, las repercusiones para Europa de la creciente inestabilidad en el Sahel, el terrorismo yihadista... no pueden abordarse a nivel nacional. La rápida globalización de las amenazas que sufre la sociedad hace que la cooperación y coordinación internacional en materia de Inteligencia sea cada vez más determinante.
En este contexto, los servicios de inteligencia de 28 países europeos, entre ellos el CNI (Centro Nacional de Inteligencia), quieren abrirse, desterrando estereotipos arraigados por el cine, e incrementar su cooperación ante amenazas cada vez mayores. Para ello, cuentan con el Colegio de Inteligencia en Europa (CIE), un proyecto único en el mundo.
Este año, España asumió la presidencia rotatoria anual del Colegio. Entre los objetivos del CNI se encuentra la potenciación del diálogo de la comunidad con las instituciones comunitarias así como la visibilidad de la cooperación entre los distintos servicios. Así, para llevar a cabo sus actividades, el Colegio dispone de una red de académicos de unas 40 universidades que recientemente celebraron su reunión anual en Salamanca.
Fue el presidente francés, Emmanuel Macron, quien en un discurso sobre el futuro de Europa en La Sorbona en septiembre de 2017 lanzó la idea de crear una academia de inteligencia continental, el germen de lo que luego sería el Intelligence College in Europa, que echó a andar oficialmente el 5 de marzo de 2019.
Su finalidad última es fomentar la cooperación entre los servicios, al mismo tiempo que los aproxima a sus respectivas sociedades, explicando el beneficio que supone para ciudadanos y servicios.
Es como un «proyecto Erasmus». Así lo definió su director, el profesor francés Francois Fischer, que precisó que se trata de intercambiar experiencias y crear puentes entre los académicos, las agencias de inteligencia y la sociedad civil con el fin de fomentar una cultura de inteligencia común.
Del total de universidades europeas, ocho son españolas: Salamanca, Cádiz, Valencia, Rey Juan Carlos y Autónoma de Madrid, Granada, Castilla-La Mancha y Alcalá de Henares.
Aunque el CIE no forma parte de la estructura de la Unión Europea (UE), sí está auspiciado por ella. «Es una forma más de hacer Europa en este tema concreto de la inteligencia», aseguró Fischer, que recordó que así empezó a fraguarse Europol.
Una de sus actividades es formar a funcionarios de cierto estatus de la UE para aumentar sus niveles de alerta, que no de miedo, sobre amenazas globales y que tengan conciencia de lo que representan los servicios de inteligencia a la hora de tomar decisiones.
En paralelo, realiza también una enseñanza específica para miembros de las agencias con una larga trayectoria como analistas, apuntó el profesor Fischer.
Durante este curso académico se ha formado a 1.000 agentes de diferentes países y a 300 funcionarios europeos, entre ellos, los directores generales de la Comisión Europea.
En definitiva, es una forma de incrementar la capilaridad y la cooperación multilateral sin necesidad de crear una Agencia europea, recalcó Fischer, aunque reconoce que es un proyecto complejo pues no todos los servicios secretos son tan abiertos como el CNI. España ha estado desde el principio en el núcleo central de países que han confiado en el proyecto y que creen en la cooperación en inteligencia con otros estados como forma de garantizar la seguridad de los europeos.
Romper el mito
Otra de las iniciativas del Colegio es acercar a la sociedad la realidad de los servicios de inteligencia. La intención es que los ciudadanos lo perciban como un servicio público. «Hay que desterrar estereotipos, romper el mito de los espías, del Gran Hermano que nos controla y nos observa. Lo que hay son personas que velan por nuestra integridad y seguridad y no hay nada turbio detrás», señaló Daniel Terrón, profesor de Derecho de la Universidad de Salamanca.
El ciudadano tiene que saber que los servicios de inteligencia proporcionan la seguridad que les permite cada mañana levantarse, salir de casa a comprar el periódico o a trabajar y volver por la noche con total tranquilidad. «Eso no es porque haya una conjunción de astros, sino gracias a su labor día a día», apostilló.
Uno de los proyectos que tienen en cartera es un estudio sobre cómo los jóvenes europeos perciben a los servicios de inteligencia a semejanza del realizado por el profesor de la Universidad de Cádiz Antonio Díaz entre estudiantes españoles, en este caso, recabando su opinión sobre el CNI. «Es importante conocer qué piensan las futuras generaciones porque si los ciudadanos no confían en las instituciones democráticas tenemos un problema», advirtió este profesor.
El estudio se realizará mediante encuestas y el trabajo de campo empezará en septiembre.