No sólo comprar. Alquilar una vivienda en Guadalajara también se ha convertido en misión imposible para la ciudadanía, en particular, cuando se intenta hacer en la capital o en las localidades del Corredor del Henares. El constante crecimiento demográfico que la zona experimenta, motivado en buena medida por la generación de empleo que lidera el sector de la logística, y la ausencia de casas disponibles para este fin convergen en un problemática que, a priori, parece tener una difícil solución.
El vicepresidente de la Asociación Provincial de Consultores Inmobiliarios (Asocig) y propietario de la inmobiliaria Finca Urbana, Javier Pinilla, corrobora la «escasísima oferta» de vivienda en alquiler que existe en el área metropolitana de Guadalajara. «La legislación no favorece el alquiler, no ofrece las suficientes garantías a los dueños y, en general, el que dispone de una casa vacía tiene muchísimas reticencias para alquilarla y si lo hace, exige más avales y un precio muy alto», comenta.
Efectivamente, esta situación ha producido un incremento de los alquileres nunca antes visto en Guadalajara, especialmente significativo en los últimos tres años. Según los estudios que elabora el portal inmobiliario Idealista.com, el precio medio del alquiler en la provincia alcarreña alcanzó los 7,6 euros el metro cuadrado durante el pasado mes enero, lo que supone un incremento del 7,8 por ciento respecto al mismo mes de 2023. En el caso concreto de la capital, esta cifra aumenta hasta los 8,5 euros el metro cuadrado, un 8,6 por ciento más que el año anterior. Tal y como detalla Javier Pinilla, en la actualidad, el alquiler mensual de un piso de dos habitaciones en la capital se sitúa en la franja de 750 a 850 euros, «cuando hace tres años costaría entre 500 y 550». «La subida es muy considerable», advierte.
Y al igual que ocurre con la compra-venta, la vivienda en alquiler «te la quitan de las manos». «Hace unos días ofertamos el alquiler de un apartamento en Guadalajara por 600 euros, que ya está bien, y en 24 horas nos llamaron 70 personas para interesarse. Es una locura», sostiene Pinilla. «En el alquiler, nos hemos quedado sin stock y los precios están absolutamente desorbitados, pero cuando surge y pones un anuncio, el aluvión de llamadas es horroroso», corrobora Francisco Bravo, presidente de Asocig y responsable de la inmobiliaria Bravo&Lopez. Esta complicada situación genera un modelo de negocio que «no es bueno» para el sector porque «genera descontento entre los clientes», señala Javier Pinilla.
Tal y como explica este profesional, el perfil mayoritario de las personas que buscan alquiler en la capital y alrededores son trabajadores «con fecha de caducidad» (maestros, personal sanitario, etc.), familias de procedencia extranjera y empleados de la logística. «La demanda sigue creciendo, ya es que ni en Torija se encuentra una casa para alquilar», asegura.
Y es que, arrendar una vivienda también es tarea ardua en los municipios más alejados de la urbe. Las personas que apuestan por establecerse en el medio rural sufren muchísimas dificultades para encontrar vivienda porque apenas existe oferta. Por ello, desde colectivos sociales como Accem, que trabaja en la integración de los migrantes, consideran que las administraciones deberían intervenir para buscar una solución a este grave problema.