La redención de Saka

Juan José Lahuerta (EFE)
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El extremo se sacó la espina que tenía clavada tras su fallo en la tanda de penaltis de la final de 2021 con una actuación clave para meter a Inglaterra en semifinales

El del Arsenal anotó el empate y su lanzamiento desde los 11 metros - Foto: Piroschka Van De Wouw / Reuters

Durante 1.901 días, los que pasaron desde el 11 de julio de 2021 hasta el 6 de julio de 2024, Bukayo Saka tenía una losa encima por el penalti que falló ante Italia en la final de la pasada Eurocopa. Fue el último de la serie para Inglaterra, el definitivo y el que condenó al equipo de Gareth Southgate. También erraron Marcus Rasford y Jadon Sancho y fueron lapidados por un sector de su afición, que desde el anonimato de las redes lanzó insultos racistas a tres chavales que de posibles héroes pasaron a villanos.

En ese tiempo, Saka, entonces un chaval de solo 19 años, ha tenido que soportar un calvario, sobre durante los meses posteriores a ese fallo, y que ya ha pasado definitivamente al olvido. El fútbol casi siempre da segundas oportunidades y el del Arsenal la tuvo en los cuartos de final que disputó ante Suiza en la Eurocopa de Alemania. De nuevo, tras empatar 1-1 después de disputar 120 minutos de juego, los 'pross' se enfrentaron a una tanda de penaltis a todo o nada. Y el extremo, igual que hace casi 2.000 días, no se escondió a la hora de enfrentarse a la responsabilidad de lanzar.

En concreto, afrontó el tercer golpeo, tras Cole Palmer y Jude Bellingham, que dieron en la diana. En el combinado helvético, Manuel Akanji ya había errado el suyo. Si Saka no acertaba ante Yann Sommer, todo volvería a la casilla de salida y los fantasmas de la parada de Gianluigi Donnarumma regresarían a su cabeza. Por eso, cuando el árbitro hizo sonar su silbato, el atacante tardó unos segundos eternos en lanzar. Se lo pensó varias veces hasta que su bota izquierda impactó en la pelota tras una breve carrera. Sommer se lanzó a su derecha y el lanzamiento fue al lado contrario. El golpe del balón contra la red sacó una sonrisa enorme a Saka. Había triunfado.

Pero no solo marcó un gol. Seguramente, fue para él el tanto más especial de los muchos que ha celebrado en su carrera. Exactamente, 70, los que ha marcado en el Arsenal y con Inglaterra. Ninguno como el penalti ante Suiza, que cerró para siempre la herida de Wembley, el escenario donde comenzó su calvario, desde donde se dio el pistoletazo para dar rienda suelta a los miles de racistas.

El epicentro de los insultos se sitúo en un mural de Rashford en Mánchester. Gran parte de la sociedad británica salió en masa a proteger a sus jugadores y hasta el primer ministro de entonces, Boris Johnson, lanzó mensajes de apoyo a los futbolistas.

Seguramente, esos mismos que antes insultaron a Saka, ahora aplauden desde el sofá de sus casas los aciertos del jugador del Arsenal, que no solo transformó un penalti de la tanda: también marcó el gol del empate a pocos minutos del final que dio una vida extra a Inglaterra. Es la hipocresía del abusón y del racista, porque después del partido, y al contrario que hace tres años, no se vio ningún insulto contra un extremo que ya apunta a las semifinales ante Países Bajos.