Con un tanto en propia meta de Mauro Arambarri, con la expulsión de Carles Aleñá, con un penalti fallado por Borja Mayoral, con un tanto de rebote de Enes Ünal y con una actuación inmensa de David Soria, el Getafe rescató ante el Rayo Vallecano (1-1) un punto tal vez insuficiente para salvar el pellejo de su entrenador, Quique Sánchez Flores.
Casi siempre superior en el derbi, el Getafe remó contracorriente durante un choque extraño en el que llevó la voz cantante y en el que se llevó muchos palos que tuvo que superar constantemente. Hasta el final no pudo respirar tranquilo, abonado a la incertidumbre y rescatado por David Soria, que salvó a su equipo sobre la bocina tras detener un penalti a Raúl de Tomás.
El equipo de Andoni Iraola llegó en el peor momento posible al Coliseum Alfonso Pérez, un estadio que casi siempre se le ha dado muy bien (cuatro victorias en siete visitas) y cuyo público decidió volcarse para apoyar al Getafe en la segunda bola de partido consecutiva que debía afrontar Quique Sánchez Flores.
La pasada jornada, el entrenador del conjunto azulón superó sobre la bocina la primera ante el Atlético gracias a un tanto de Enes Ünal en los minutos finales y con el que el Getafe firmó un empate (1-1) salvador para su entrenador.
Los datos, a priori, no ayudaban a Quique, que no sólo tenía que remar contra los malos resultados del Getafe en su estadio ante el Rayo. Los números también indicaban un más que probable sufrimiento, porque jamás había existido tanta diferencia de puntos antes de un derbi en el Coliseum.
Las catorce unidades de distancia entre ambos clubes, con el Rayo pendiente de la Liga de Campeones y con el Getafe metido de lleno en la pelea por el descenso, evidenciaban una diferencia abismal que podía afectar en el ánimo de ambos equipos.
Con ese guion, Iraola apostó por su once de gala con la vuelta de Álvaro García y la salida de Andrés Martín, mientras que Quique dejó de lado su 5-3-2 habitual para jugar con un clásico 4-4-2 en el que incluyó a Gonzalo Villar. El futbolista cedido por el Roma apareció por primera vez en una alineación y junto a Luis Milla formó una medular muy creativa e inédita en el Getafe que apenas duraría 24 minutos por la lesión del segundo.
Pero el gran protagonista del primer acto no fue Villar. Mauro Arambarri, a quien Quique nombró "jugador franquicia" del club azulón en la víspera, se convirtió en el hombre que apareció en todas las jugadas importantes del primer acto. Omnipresente en cada brizna del césped del Coliseum, protagonizó los mejores y los peores momentos de su equipo.
Aunque el Getafe no tenía la pelota, sí que acumuló casi todas las ocasiones. El sello del uruguayo estuvo presente en la mayoría. Suyos fueron los centros que no aprovecharon Enes Ünal, Domingos Duarte y Omar Alderete en tres remates de cabeza. También rozó el gol con un disparo desde fuera del área envenenado que a punto estuvo de sorprender a Dimitrievski.
Y suyo también fue el tanto en propia meta que inauguró la serie de desdichas del Getafe, que se fue al descanso con un tanto en contra en la única aproximación seria del Rayo Vallecano. Con un córner lanzado por Isi Palazon, los hombres de Iraola se llevaron un premio excesivo gracias a un remate fortuito del uruguayo.
El gafe azulón no se detuvo con la acción del charrúa, porque en los diez primeros minutos después de la reanudación pasó del éxtasis al hundimiento en apenas un instante. Primero, con un penalti que falló Borja Mayoral y, segundo, con la expulsión de Carles Aleñá por doble cartulina amarilla. El Getafe pasó del posible empate a jugar con un hombre menos, por debajo en el marcador y con la presión de remontar para salvar a su entrenador.
Sin embargo, pese a tener todo en contra, el Getafe no se vino abajo. Todo lo contrario. Por lo menos echó arrestos a su penosa situación y empujado por Portu y por Munir El Haddadi se lanzó a por el empate. Lo rozó el marroquí con un zapatazo que sacó bajo los palos Florian Lejeune y a la vez se salvó con una gran intervención de David Soria a disparo Fran García.
Entonces, por fin la suerte se alió con el Getafe. Con un regalo de Dimitrievski y con la fe de Enes Ünal, que se cruzó en el camino de un golpeo del portero macedonio, consiguió de rebote un empate más que merecido que no vio como suficiente, porque Munir pudo ampliar la cuenta justo después.
Pero el Getafe aún tenía reservado un último sobresalto. En esta ocasión, en forma de penalti en contra, el que paró Soria a Raúl de Tomás con una estirada impresionante que evitó el derrumbe total de su equipo a dos minutos para el final. Su estirada y la fe de Ünal, tal vez no sean suficientes para salvar a Quique en un encuentro en el que el Rayo también sumó un punto estéril para acercarse a los puestos de Liga de Campeones.