Las diferentes crisis económicas que se han vivido en España en las últimas décadas han calado profundamente en la mentalidad de las familias, que se han vuelto más prudentes a la hora de asumir gastos innecesarios y, especialmente, han mejorado la orientación de su cultura financiera. La realidad que se observa es que los hogares tienden a guardar reservas por si se repiten tiempos adversos como pasó recientemente en 2008 con la crisis financiera o, en 2020, con la pandemia.
En este contexto, la riqueza de las familias marcó un nuevo récord el pasado ejercicio y escaló hasta los 2,4 billones de euros, un 9,6% más en comparación con un año antes, a pesar de la inflación.
Según el informe de las Cuentas Financieras de la Economía Española publicadas recientemente por el Banco de España, el indicador se elevó a cierre de 2024 exactamente hasta los 2,374 billones de euros.
De esta forma, los activos financieros de los hogares, que incluyen el dinero en efectivo, las acciones en firmas cotizadas, los depósitos en bancos y los valores en renta se dispararon un 7,45% frente a un año antes, hasta los 3,13 billones.
Los expertos describen un panorama de una gran responsabilidad que contrasta con la sensibilidad que existía hace años donde valores como la independencia financiera no se planteaban en los términos económicos que se encuentran actualmente.
El análisis asegura que en relación con el Producto Interior Bruto (PIB), la liquidez financiera neta de las familias representó un 196,8% a cierre de 2024, una ratio que es 2,2 puntos porcentuales mayor que la de un ejercicio antes.
En este sentido, los economistas citan el concepto del ahorro preventivo que se ha convertido en una prioridad para muchas familias españolas ante factores económicos y laborales como la incertidumbre, la inflación y el contexto financiero de altos tipos de interés.
Ante esta realidad, el Banco de España revela que los hogares han optado por guardar más dinero de sus ingresos como medida de seguridad financiera para evitar riesgos.
Los productos tradicionales, como las cuentas de ahorro y los depósitos bancarios, han perdido atractivo debido a los bajos rendimientos, lo que ha impulsado a buscar alternativas más rentables, como los fondos de inversión.
A medida que los tipos se ajustan a la baja, se observa un alza de la inversión en activos tangibles, como bienes inmuebles, criptomonedas o, incluso, oro y plata.
Se trata de un cambio de mentalidad que ha llevado a buena parte de los ahorradores a diversificar sus carteras en productos que ofrecen una mayor protección contra la inflación y la incertidumbre económica.
El informe del supervisor explica que el grueso de los activos financieros de los hogares españoles se mantuvo en efectivo y depósitos, que sumaban el 35,2% del total, seguido de participaciones en el capital (31 %); en fondos de inversión (16,4 %), y seguros y fondos de pensiones (12,2 %).
Lo que se debe
Mientras, en la otra orilla, está la deuda de las familias y empresas que subió a 1,706 billones en 2024, un 1,6% más que un año antes, es decir, en términos de PIB, la ratio descendió desde el 112,1% de cierre de 2023 hasta el 107,2%. Por su parte, el pasivo consolidado de las empresas no financieras creció desde los 989.500 millones de finales de 2023 a los 1,01 billones de cierre de 2024, lo que representó el 63,5% del PIB, frente al 66% de un ejercicio antes.
En el caso de los hogares, ocurre un efecto contrario puesto que la cifra en créditos con la banca aumentó y pasó de 690.700 millones de euros de diciembre de 2023 a 695.600 millones a cierre de 2024.
Respecto al PIB, la ratio de deuda de los hogares disminuyó hasta el 43,7%, porcentaje inferior al 46,1% de un año antes y el más bajo desde marzo de 2000.
De esta forma, el ahorro de los españoles revela que, pese a que se mantiene el consumo, se ha mejorado la gestión del dinero no solo para hacer frente a gastos imprevistos sino, sobre todo, para que produzca rentas que permitan, al menos, complementar sus ingresos de una forma más cómoda.