El parque arqueológico de Alarcos, a pocos kilómetros de Ciudad Real, sigue sorprendiendo cada verano. Como cada año, los equipos de investigación pasan dos semanas excavando los diferentes yacimientos que se encuentran en las inmediaciones del antiguo asentamiento. La necrópolis ibérica III de Alarcos, que ocupa una media hectárea, es uno de los yacimientos arqueológicos más significativos para entender la complejidad y riqueza de la cultura ibérica, según Rosario García Huerta, directora del grupo de investigación de Arqueología y Patrimonio de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM).
David Rodríguez, Javier Morales, Pedro Miguel Naranjo y Miguel Ángel Rodríguez se afanan en esta primera semana de excavación, en la que se han realizado importantes descubrimientos que arrojan luz sobre las prácticas funerarias y las estructuras sociales de los ibéricos, una civilización que floreció entre los siglos VI y I a.C.
El trabajo realizado en la necrópolis está siendo extenso y arduo. Según García Huerta, se han excavado ya más de 100 tumbas, revelando una diversidad sorprendente en los rituales funerarios. «Los íberos utilizaban fundamentalmente el ritual de la cremación», explica la investigadora. «Quemaban los restos y luego los depositaban en urnas de cerámica que enterraban en hoyos.
Alarcos, una ventana al pasado - Foto: Tomás Fernández de MoyaEn algunos casos, se acompañaban de ajuares funerarios que incluían elementos de adorno, armas y ofrendas animales», comenta. Simultáneamente al proceso de cremación en la pira, a veces se llevaban a cabo banquetes funerarios en el mismo lugar como una especie de ágape en honor al fallecido.
Dos cascos de bronce, falcatas, joyas y fíbulas
Este descubrimiento puede indicar la variabilidad dentro de las tumbas ibéricas. Algunas, como detalla García Huerta, consisten en simples hoyos con una urna, mientras que otras son mucho más elaboradas, cubiertas por túmulos de piedras que probablemente se reservaban para las élites. «El esfuerzo que lleva hacer una tumba tumular es mucho mayor que el de una tumba de hoyo, lo que indica que estas tumbas estaban destinadas a personas importantes», añade.
Alarcos, una ventana al pasado - Foto: Tomás Fernández de MoyaLa investigación ha revelado también la presencia de elementos que no son comunes en otras tumbas ibéricas. Entre los hallazgos más destacados se encuentran dos cascos de bronce, un descubrimiento excepcional dado que muchos de los soldados ibéricos utilizaban cascos de cuero. Asimismo, han aparecido numerosas espadas tipo falcata, joyas, fíbulas y hasta bocados de caballo, lo que indica la existencia de una élite relativamente poderosa dentro de esta sociedad.
«La presencia de estas piezas, especialmente las griegas, nos habla de una clase social con acceso a bienes de lujo», comenta García Huerta. En la exposición Atempora se puede contemplar la crátera griega de campana de figuras rojas descubierta en esta necrópolis. Este tipo de descubrimientos es crucial para entender las desigualdades sociales dentro de la cultura ibérica.
«Las necrópolis nos aportan muchos datos sobre la sociedad, porque se ven las desigualdades sociales en las tumbas: desde hoyos simples con una urna hasta túmulos acompañados de ajuares valiosos y objetos que denotan poder y riqueza» y eso, según la directora de investigación, ayuda a, desde lo material, poder descubrir el sistema social por el que se regían.
Alarcos, una ventana al pasado - Foto: Tomás Fernández de MoyaEn el parque arqueológico de Alarcos, por su importancia histórica durante varias épocas, se da una superposición de culturas que se encuentra en un radio relativamente pequeño. Mientras que García Huerta y su equipo trabajan en la necrópolis ibérica, otro grupo excava una necrópolis almohade a los pies del castillo. La diferencia entre una forma y otra de enterramiento es clara.
Una nueva parte del cementerio almohade
Los ibéricos lo hacían por medio de la cremación y los almohades por inhumación. Sandra de la Rocha, Samantha Rojas, Marta Rodríguez, María Carmona, Manrique López, José Luis Laguna y Marina Almeida han descubierto una nueva tumba almohade al otro lado de un camino. Antonio de Juan y Diego Lucendo comentan que es un descubrimiento importante porque denota que el cementerio es algo más amplio y que van a encontrar alguna tumba más de las que más de 45 que hay descubiertas.
Alarcos, una ventana al pasado - Foto: Tomás Fernández de MoyaEl valor arqueológico de Alarcos ha hecho que la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha ha reconocido esta importancia, destinando más de 150.000 euros para la protección y puesta en valor del sitio. Esto es especialmente relevante dado que el yacimiento había sido objeto de saqueos en el pasado, afirma García Huerta.
«Era fundamental proteger el área porque los furtivos estaban expoliando las tumbas», dice. Gracias a estas medidas, se ha logrado preservar una parte crucial del patrimonio cultural con el objetivo de musealizarlo y poder enseñarlo: «Es importante que la gente pueda conocer todo lo que hay en este parque», aseguran.
«Incalculable valor»
La necrópolis de Alarcos es una ventana al pasado que permite comprender mejor las dinámicas sociales, las creencias y los rituales de una cultura que dejó una huella profunda, relatan los investigadores. García Huerta subraya la importancia de este trabajo para el conocimiento del pensamiento y la religiosidad ibérica: «El estudio de la sociedad es más fácil desde la necrópolis, viendo los ajuares, las tradiciones y los procedimientos que utilizaban para enterrar a sus muertos, que desde el poblado, donde hay una superposición de varias épocas».
A pesar de los avances, queda mucho por descubrir. El equipo de García Huerta continúa trabajando incansablemente, sabiendo que cada tumba excavada puede ofrecer nuevas piezas del rompecabezas histórico de los íberos. La investigadora concluye: «Llevamos todavía muy poco estudiado. Aunque hemos excavado más de 100 tumbas, apenas hemos comenzado a comprender la complejidad de este lugar.
Cada hallazgo nos acerca un poco más a entender a los íberos, pero aún queda un largo camino por recorrer». Por poner una pega, dice, se lamenta de no haber podido encontrar la pira.