Fiscal de vocación

Antonio Herraiz
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Acaba de superar con rotundo éxito todas las pruebas para acceder a la carrera judicial. Cuando acudió por primera vez a un juicio mientras estudiaba el doble grado de Economía y Derecho, tuvo claro que quería ser fiscal

Fiscal de vocación - Foto: Javier Pozo

Lo saben muy bien todos los opositores. Ninguna guerra se gana sin intendencia y Blanca Orea (Guadalajara, 1997) ha contado con el mejor equipo para superar la madre de todas las batallas: el acceso a la carrera judicial. «Han sido tres años, un mes y siete días en los que parecía que los que se examinaban eran ellos». En ese cuerpo de élite han estado sus padres y el resto de la familia, su novio y todo el grupo de amigos. «Yo soy la que me he enfrentado al tribunal, no me voy a quitar mérito, pero, además de la constancia y el esfuerzo, tienes que contar con la ayuda imprescindible de tu entorno». Los sacrificios y renuncias de Blanca han sido también los de los suyos. «Mi novio jamás me ha pedido más tiempo del que yo le podía dar. Mis padres han dejado de hacer planes todos los domingos para que pareciera un día no festivo». No siempre ocurre así. Lo conocen también muchos opositores incomprendidos que escuchan a menudo: «Son los mejores años de tu vida y los vas a pasar encerrado». O, «por un día que no estudies no pasa nada». Y sí pasa. Cualquier alteración de la rutina prefijada es un paso hacia atrás y la soledad es lo más duro para aquellos que se enfrentan a un proceso tan complejo como es la carrera judicial. 

Blanca Orea acaba de completar con un rotundo éxito todas las pruebas para acceder a una plaza de juez y fiscal. Es un gran logro si tenemos en cuenta que el tiempo medio para superar los tres exámenes está entre cinco y seis años y los aspirantes que lo consiguen suelen situarse en torno a los 30 años. Al éxito le separa del fracaso una retahíla de factores, aunque siendo visuales podemos hablar de 328 temas incluidos en 10 grandes tomos de libros que, apilados, alcanzan una altura que supera los 30 centímetros. Derecho Penal y Civil; Mercantil y Constitucional; Administrativo y Laboral; Procesal Civil y Procesal Penal. Todos los ámbitos de la judicatura con sus miles de artículos aprendidos y memorizados. Asimilados para ser recitados con una perfecta oratoria ante un tribunal de juristas. Cada opositor tiene sus métodos y elige la compañía profesional en este largo caminar. Blanca ha contado con la ayuda imprescindible de dos preparadores: un magistrado de la Audiencia Provincial de Madrid y un letrado de la Administración de Justicia de Salamanca. «Cantaba los temas todas las semanas con cada uno de ellos y eso me ha permitido tener dos puntos de vista diferentes». Conocen tus debilidades y tus fortalezas y hacen de preparador y también de psicólogo. 

¿Qué lleva a un joven estudiante de doble grado de Derecho y Economía a querer ser juez o fiscal? Cuestión de vocación. «Dentro de nuestra formación lectiva, fuimos a los juzgados de plaza de Castilla en Madrid a seguir un juicio penal y me fijé en la figura del fiscal. Ya en ese momento dije que quería ser como ese señor». Fue un flechazo a primera vista y lo ha terminado consiguiendo. 

No traten de identificar a Blanca con una empollona al uso, sin vida social ni espacios para el ocio. Es cuestión de organizarse y de tener clara la meta. «Hay muchas formas de preparar una oposición. Yo he ido por objetivos y no tanto por horas. Sólo he librado un día a la semana, que, en mi caso, han sido los viernes por la tarde y el sábado». Además, cada día reservaba un hueco a última hora de la tarde para distraerse. Lunes, a la compra, aunque «mientras empujaba el carro en el supermercado me pasaban por la cabeza los temas». Martes, pádel. «El deporte es fundamental». Domingo, a misa con los abuelos. Disciplina y tesón. Concentración y confianza. «Estaba convencida de que podía con ello y los momentos de duda los he podido superar». 

Ahora que está completamente liberada y que se ha desprendido de un plumazo de toda la tensión acumulada, me cuenta la última prueba con una agonía incomparable a la que se pueda vivir en ningún otro examen. «Llegas a una de las salas del Tribunal Supremo y allí te están esperando los siete miembros del tribunal. Te digo siete, aunque en ese momento fui incapaz de cuantificar cuántos eran». Hay magistrados, fiscales y catedráticos de Derecho. Cinco bolas y la suerte está echada. Una hora en total para cantar los cinco temas sin desviarte ni un segundo. «La lectura es pública y yo preferí que mi familia se quedara fuera. Cuando terminé estaban todos arropándome. El momento en el que salió la secretaria del tribunal fue angustioso. Casi le arrebaté el folio en el que llevaba el veredicto y, cuando vi el aprobado, rompimos todos a llorar y a abrazarnos». 

Antes de que el rey Felipe VI presida la entrega de despachos -prevista para enero de 2026-, tiene por delante un año de formación y de prácticas. En ese momento, conocerá su destino. Lo que ya ha comprobado es que el esfuerzo sin límites tiene recompensa y que no hay objetivos inalcanzables con un buen equipo alrededor que comparta todos tus sueños.