Dice el presidente autonómico en funciones, Guillermo Fernández Vara (PSOE), que el PP está utilizando Extremadura como un tablero de ajedrez. Bien visto. La jugada consistiría en utilizar a su candidata, María Guardiola (mismos 28 escaños que Vara) como un gambito cuyo sacrificio serviría para reforzar la presunta vocación centrista de Feijóo, al tiempo que suavizaría el encamamiento del PP con la ultraderecha en Valencia y otros territorios autonómicos y municipales.
Es una forma de entender lo que está pasando en Extremadura. Pero no es la única. Véase cómo, en clave nacional, los coros políticos y mediáticos afines a Sánchez prefieren denunciar la falta de liderazgo de Núñez Feijóo, percibida en la regionalización de criterios respecto a temas de mayor cuantía, como la violencia machista, la inmigración, el cambio climático, etc. Y por eso apremian al presidente del PP a pronunciarse sobre si su modelo es el valenciano, con Vox, o el extremeño, de aversión declarada a quienes "niegan la violencia machista y deshumanizan a los inmigrantes" (Maria Guardiola dixit).
El factor Guardiola también nos remite a esa cierta vuelta del bipartidismo ya apreciada en el recuento de las recientes elecciones. Es evidente que el más perjudicado por una eventual repetición electoral sería Vox, porque tanto PP como PSOE, en nombre del "voto útil", mejorarían su respectiva cosecha en las urnas.
Así crecen las posibilidades de que el socialista Fernández Vara repita en la presidencia de la Comunidad, lo cual confirmaría la función de "gambito" (pieza que en ajedrez se sacrifica a cambio de mejorar oposiciones a futuro) que en la calle Génova habrían reservado para Guardiola, quien, por cierto, ya ha declarado que no le importaría quitarse del medio si su alternativa fuera la obligarse a gobernar con Vox.
Eso nos ilumina a quienes todavía creemos que la coherencia y la fe en los principios debería imponerse a la compraventa de escaños al peso en el mercado de la política. La foto del abrazo de Guardiola con Vara (después de constituida la asamblea parlamentaria, con una mesa dominada por el PSOE y de la que ha quedado excluida la ultraderecha) es luz en la senda de un país embarrado por la polarización y el enfrentamiento a base de demagógicas pedradas de ida y vuelta.
A saber: que Bildu gobierna en España (Díaz Ayuso). O que el PP asume el marco ideológico de la ultraderecha. Las dos coas son falsas de toda falsedad, pero las dos falsedades, la una y la otra, están marcando la precampaña del 23 de julio.
De todo esto nos redime María Guardiola. No me extraña que su móvil esté reventando de mensajes que celebran su valiente actitud. La de no gobernar con la ultraderecha a cualquier precio. Bien por ella.