El alcalde de la localidad toledana de Pantoja, Julián Torrejón, repartía el pasado jueves bollos de Navidad, una actividad amable en la ajetreada agenda de estas semanas festivas. Pero esa mañana relajada quedó rápidamente oscurecida. Pasadas las dos de la tarde, una vecina avisó de que unos individuos estaban robando a plena luz del día crucifijos en el cementerio. Ni corto ni perezoso, el regidor fue directo al camposanto y regresó al Ayuntamiento para visionar las cámaras de vigilancia. Y ahí estaba el coche.
El alcalde avisó a la Policía Local de la identificación del automóvil. Los municipales comunicaron los datos a la Guardia Civil. Una patrulla desplazada desde Villaluenga de la Sagra vio entonces a los sospechosos merodeando aún por el término de Pantoja.
Las imágenes de las cámaras de vigilancia, instaladas en el año 2020, revelaron que un primer individuo entró en el camposanto hacia las 12:30 de la mañana. El hombre husmeó por el cementerio y se marchó. Hora y media después, entraron en el recinto otros dos individuos, unos treinteañeros de origen rumano y procedentes de la Comunidad de Madrid, y comenzaron a arrancar los crucifijos de bronce.
En total, los autores habían logrado un botín de 17 crucifijos que dejaron fuera del camposanto para volver posteriormente y llevarse toda la mercancía. Pero la intervención rápida del alcalde por el aviso de la vecina, de la Policía Local y de la Guardia Civil frustró la comisión del delito.
Las 17 piezas de bronce y los daños causados en las lápidas superan los 20.000 euros. El Ayuntamiento ha informado ya a las familias de los desperfectos ocasionados en las sepulturas y ha devuelto ya la mayor parte de las piezas.
Los robos de crucifijos encabezan durante los últimos años las causas de las denuncias en los puestos de la Guardia Civil de la provincia de Toledo. El último caso del que informó este diario ocurrió en el mes de octubre, en las vísperas de la celebración de todos los santos en Villanueva de Alcardete. «Condenamos la falta de sensibilidad, la absoluta falta de conciencia de quienes apropiándose de lo ajeno han arrancado y robado los cristos de bronce», reprochó entonces el Ayuntamiento manchego.
En esta ocasión, los autores eligieron otra fecha significativa para los católicos para la comisión del último robo de esta índole: las vísperas de la Navidad.