Son muchos quienes opinan que Guadalajara tenía una deuda pendiente con José Antonio Ochaíta (Jadraque, 8 de agosto de 1905 – Pastrana, 17 de julio de 1973). En buena medida, los actos conmemorativos organizados por la Diputación Provincial con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento han venido a compensar ese merecido homenaje público que el autor jadraqueño merecía desde hace tiempo.
Con tan sólo 1910 ingresó en el Colegio de Huérfanos de San Ildefonso, en Madrid, de donde pasó a la Universidad de Salamanca. Alumno de Miguel de Unamuno, se licenció en Filosofía y Letras en 1929, dedicándose a la docencia, que abandonó en 1932 para formar parte de la redacción del periódico El Faro de Vigo. Junto a sus compañeros Álvaro Cunqueiro y Otero Pedrayo, ingresó en la Academia Gallega de las Letras en 1933, donde se relacionó con Ramón del Valle-Inclán. Poeta por vocación, se trasladó a Sevilla en 1935, y entabló una intensa relación de colaboración literaria con el letrista y poeta Rafael de León.
Publicó su primer libro de poemas Turris Fortísima en 1935, con prólogo de José María Pemán, y se inició en el teatro, escribiendo junto a Rafael de León, las obras Cancela y Doña Polisón, al tiempo que publicó su segundo poemario Ansí pintaba don Diego, que le valió su ingreso en la Real Academia de las Buenas Letras de Sevilla, en 1942. Hay que destacar que Cancela fue estrenada en 1940 por la compañía de María Fernanda Ladrón de Guevara en el Teatro Calderón de Madir y alcanzó en diversas épocas las mil representaciones. El auge de la llamada copla española le llevó a figurar como letrista de canciones de éxito junto a Rafael de León, componiendo canciones para las más importantes cantantes de la época. Junto al también letrista Xandro Valerio y el músico Juan Solano, formó el trío Ochaíta-Valerio-Solano, componiendo cerca de mil canciones de éxito, entre las que figuran títulos como La Lirio, Me casó mi madre, Eugenia de Montijo, Cinco Farolas o El Porompompero poniendo letra y música a infinidad de películas, como Bienvenido Mister Marshall. Por este motivo, se codeó con artistas de renombre como Rocío Jurado, Manolo Escobar, Antoniñita Moreno o El Fary.
En su faceta como promotor y defensor de la cultura de Guadalajara, de lo que le vino el apodo de La Voz de la Alcarria, colaboró en los periódicos Nueva Alcarria y Flores y Abejas, en la fundación de Alforjas para la Poesía y la institución de los llamados Versos a medianoche, dando a conocer la poesía a través de recitales. De hecho, en uno de ellos, en Pastrana, sufrió un derrame cerebral que le llevó a la muerte sobre el escenario, mientras declamaba su último poema Manos nuevas, para mi tierra vieja.
El cronista oficial de la provincia de Guadalajara, Antonio Herrera Casado, fue uno de los testigos de tan dramática muerte. «Esa noche cené frente a él, en el Mesón de Pastrana, y me dijo personalmente que a él como le gustaría morir, sería recitando versos en la Alcarria. ¡Quien iba a decir que dos horas después, caería muerto, frente a la Colegiata de Pastrana, leyendo Tengo la Alcarria entre mis manos…!», relata. «Presencié su muerte, y no tengo duda de que se debió a una subida de tensión arterial, en el momento de máxima emoción leyendo e interpretando su gran obra que ese día estrenaba. Esa subida tensional, le produjo una hemorragia cerebral, brusca y masiva, que le supuso la muerte instantánea», añade Herrara Casado.
«Ola de cariño»
El cronista provincial corrobora que José Antonio Ochaíta ha sido «uno de los más grandes poetas que ha dado la tierra de Guadalajara a lo largo de su historia». «Desde las canciones y tonadillas clásicas españolas, a sus grandes composiciones basadas en la historia y el patrimonio de Guadalajara. Sus poemas sobre Jadraque, Pastrana, Molina, Zorita, Atienza, la ciudad de Guadalajara…. Todos son emocionantes y levantan una ola de cariño y admiración por nuestra tierra», destaca. «Tuve amistad personal, y mucho trato, con Ochaíta, desde que fue nombrado Cronista de la Ciudad de Guadalajara. Siempre le admiré, especialmente por su gran fuerza versificadora, su mirada literaria, su capacidad de neologismos y visión de horizontes nuevos a la tierra de siempre», concluye.
Además de Hijo Predilecto de Jadraque, Ochaíta tiene dedicado un parque en su pueblo natal y un espacio museísto que exhibe mobiliario de su despachoa sí como objetos personales y diversos escritos y documentación. En la capital, también da nombre a una calle y cuenta con un busto cincelado por el escultor Antonio Navarro en la Plazuela del Carmen. Además, la biblioteca de la Fundación Siglo Futuro atesora un rincón especial sobre la fértil obra de este escritor. Por último, cabe destacar que el atrio de la Colegiata de Pastrana, donde falleció súbitamente, muestra una placa que se hace eco de tan fatal acontecimiento.