Ricardo Velázquez Bosco fue uno de los mayores representantes de la arquitectura que se desarrolló en España entre los siglos XIX y XX. Tras Madrid, Guadalajara es la segunda capital del país que conserva más obra de este autor de primer nivel gracias, sobre todo, a los encargos que le realizó Diega Desmaissières y Sevillano, condesa de la Vega del Pozo y Duquesa de Sevillano. Tal y como explica el profesor de Arquitectura de la Universidad de Alcalá (UAH), Antonio Miguel Trallero, Velázquez Bosco representó un movimiento de «renovación y reacción» frente al modelo academicista que imperaba hasta ese momento en el ámbito arquitectónico
Sin duda, la grandeza de Ricardo Velázquez Bosco radica en ser, casi con toda seguridad, el mejor exponente español del denominado Eclecticismo, una corriente que mezclaba elementos de diferentes estilos. «La grandiosidad de Velázquez Bosco es que lo hace de verdad. Mientras que otros arquitectos importantes de su época pero de categoría inferior, se limitan a decorar con elementos, Velázquez, por su formación, conoce en profundidad todos los estilos y el espíritu que dio sentido a los mismos. Y aunque transforma los sistemas constructivos que emplea y los materiales, al final, eso se ve en la obra. Él conoce perfectamente el románico cuando emplea el neorromático; el gótico cuando utiliza el neogótico; el arte nazarí cuando elige el neomujéar… Lo conoce en profundidad y eso hace que los resultados sean magistrales», detalla este experto.
Por otro lado, el técnico municipal de Patrimonio, Pedro José Pradillo, recuerda que Ricardo Velázquez Bosco fue «el arquitecto restaurador» más importante de su momento en España, participando en rehabilitaciones tan importantes como la Mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada o la catedral de Burgos.
En Guadalajara
Sus aportaciones en la capital alcarreña tienen dos orígenes distintos. La primera y más importante corresponde con las encomiendas que le hizo la Duquesa de Sevillano. En este contexto se enmarca el Panteón que es «el más significativo». Tal y como asegura Pradillo, se trata del «edificio neobizantino más interesante de España y, seguramente también, de Europa», siendo imagen indiscutible de la ciudad. Bajo el encargo de la Condesa de la Vega del Pozo también diseñó el asilos para niños desamparados que terminaría siendo el colegio-residencia de las madres Adoratrices así como la magnífica iglesia de Santa María Micaela existente en este mismo complejo. También para Diega Desmaissières reformaría el palacio familiar que había heredado, construido a finales del siglo XVI, y actual colegio Maristas. «Lo recompone totalmente, mantiene el patio original al estilo castellano y en torno a él hace un palacio al estilo francés espectacular y también reforma la capilla de San Sebastián que existía entonces. La derriba por completo y la hace de nueva planta con una torre que pretende competir con el campanario de la Concatedral de Santa María», detalla Pradillo.
Varias de las obras más significativas proyectadas en Guadalajara por Ricardo Velázquez Bosco. - Foto: Javier Pozo Por su puesto, en esta lista también se encuentra el poblado agrícola de Villaflores sobre el que todavía se discute si realizó el proyecto o tan sólo elaboró la traza general. En cualquier caso, el sello de Velázquez Bosco también lo impregna este singular complejo arquitectónico.
En segundo lugar, destacan las importantes obras de restauración que realizó en Guadalajara contratado por la administración. Así, a iniciativa del Conde de Romanones se encarga de dirigir la rehabilitación de la Capilla de Luis de Lucena y del Instituto, transformando el antiguo Convento de la Piedad para este fin educativo. «Fue un proyecto complicado que tarda 15 años en ejecutar por falta de presupuesto pero cuyo resultado llegó prácticamente intacto hasta 1983 que fue cuando se hizo la reforma actual», comenta el técnico municipal de Patrimonio.
Por todo ello, hoy y siempre es de recibo reivindicar la figura de este genial arquitecto que dejó una huella imborrable en Guadalajara.