El poblado agrícola de Villaflores es otra de las obras con sello de Ricardo Velázquez Bosco, en este caso, ubicado fuera del casco histórico de la capital. El estado lamentable y ruinoso en el que se dejó caer este singular complejo, que fue objeto de la ocupación y el vandalismo, llevó al Ayuntamiento de Guadalajara, el pasado febrero, a intervenir de urgencia para consolidar los edificios más dañados y recuperar las cubiertas y los muros derrumbados tapiando, además, las puertas y ventanas. Hay que recordar que la mayoría de los inmuebles (el palomar, las ocho viviendas de los trabajadores, la capilla y el edificio principal) son propiedad municipal excepto la casona y la noria que pertenecen a Hercesa, agente urbanizador de la zona. Este poblado, que se construyó entre 1886 y 1887 bajo el encargo de la Duquesa de Sevillano y, desde 2015, cuenta con la declaración de Bien de Interés Cultural.
Respecto al futuro de este complejo, Javier Toquero, considera que «lo interesante y necesario sería darle el mejor uso» buscando alternativas entre las que no se descartan iniciativas de carácter público-privado. «Hay que buscarle el mejor uso para que la ciudadanía lo pueda disfrutar porque nunca lo ha podido hacer», señala Toquero, quien confirma que, una vez finalizadas las obras de consolidación, el interés del equipo de Gobierno es «seguir avanzado» en supuesta en valor.